Rescate a Grecia
La última oferta helena:menos deuda al doble de interés
El Gobierno griego mantiene su empeño en incorporar la negociación de la deuda a largo plazo en el acuerdo con los acreedores, que, por su parte, ni siquiera incluyeron una referencia en el borrador presentado el miércoles. En nuevo intento de convencer a los socios, la parte helena ha elaborado una nueva propuesta más específica sobre la reestructuración de la deuda, según un documento filtrado por el «Financial Times».
Para empezar, el documento propone una quita de la mitad del préstamo contratado con el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), por valor de 144.000 millones de euros.
Otros 27.000 millones en posesión del Banco Central Europeo (BCE). Atenas apuesta por trasladarlos al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). La banca europea ostenta el 6% de la deuda total helena. De ese modo, Grecia obtendría un beneficio doble: pagar intereses más bajos y alargar los plazos de vencimiento. Ésa sería una de las vías de escape para Grecia en los próximos meses, pues entre julio y agosto debe hacer frente al pago de vencimientos de bonos al BCE por un valor total de 6.790 millones de euros. Una auténtica quimera para el Estado heleno por su crítica situación financiera.
El texto griego propone transformar los préstamos bilaterales con sus socios europeos –que poseen un 60% de la deuda total– correspondientes al primer rescate en bonos perpetuos o ligados al crecimiento del PIB. Algunos analistas han considerado que esta maniobra supone el aplazamiento hasta el infinito de los vencimientos de deuda.
El otro objetivo de Atenas pasa por quitarse de encima al Fondo Monetario Internacional, el prestamista más correoso. Para ello el Ejecutivo apuesta por el pago inmediato del 45% de la deuda a este organismo: 9.000 millones de un total de 19.960 millones. Además, para ese desembolso se utilizarían los beneficios de los bonos helenos en manos del BCE.
Con esos ajustes Grecia prevé una reducción de la deuda del 180% del PIB actual al 93% en 2020 y hasta el 60% en 2030. Los acreedores se oponen de pleno a cualquier plan de reestructuración de la deuda, y mucho más a una quita parcial. Por eso, entre otros asuntos, las posibilidades de un acuerdo cercano son mínimas si no se produce un giro de alguna de las partes.
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