Inversión
El oro "huye" a EE UU y pone rumbo a los 4.000 dólares
Las amenazas arancelarias de Trump, la compra masiva de los bancos centrales, las tensiones geopolíticas y las incertidumbres macroeconómicas llevan a la cotización a romper las barrera psicológica de los 3.000 dólares
Bajo la sede del Banco de Inglaterra en Threadneedle Street, en el corazón de Londres, se encuentran enormes bóvedas que albergan alrededor de 400.000 lingotes de oro, lo que equivale a unas 5.000 toneladas. Aunque el banco posee parte de este oro como reserva nacional (aproximadamente el 6%), la mayoría pertenece a bancos centrales de otros países, gobiernos y grandes instituciones financieras. Almacenar el oro en sus cámaras permite realizar transacciones sin necesidad de mover físicamente los lingotes. Así, en una operación de compraventa, el oro simplemente cambia de propietario dentro del registro del banco, lo que agiliza las transacciones y reduce costes logísticos.
Es, precisamente, en la capital británica donde se encuentra el principal centro global de compraventa de oro físico, la London Bullion Market Association (LBMA). Sus miembros incluyen bancos, refinerías, comerciantes y otros actores del sector. El comercio del oro en Londres sigue un modelo de negociación extrabursátil (OTC, Over-the-Counter), lo que significa que las transacciones se realizan directamente entre las partes sin pasar por una bolsa centralizada. Estas operaciones pueden implicar la compraventa de oro físico o certificados respaldados por oro.
Unas reservas que se han mantenido estables hasta la victoria electoral de Donald Trump el pasado mes de noviembre. El temor a la imposición de aranceles al oro y otros metales preciosos por parte del nuevo inquilino de la Casa Blanca ha alterado la dinámica tradicional de los mercados internacionales. Y es que, desde entonces, se está produciendo un traslado masivo de lingotes desde las bóvedas de Londres a los depósitos de la Bolsa de Materias Primas Commodities Exchange (Comex), en Nueva York, que es el mayor mercado de negociación de futuros en metales físicos.
Según datos del Consejo Mundial del Oro, más de 600 toneladas, equivalentes a casi 20 millones de onzas, cuyo valor asciende a 60.000 millones de dólares, han sido transportadas de Londres a Nueva York desde diciembre del año pasado. De esta manera, las existencias en las cámaras acorazadas del Comex prácticamente se han duplicado, lo que refleja un cambio de propiedad física del oro. Esta dinámica ha tensionado las cadenas de suministro y ha provocado una escasez de lingotes en este mercado. Y es que los tiempos de espera para acceder al oro almacenado en Londres se han prolongado sensiblemente, pasando de unos días o una semana a un mínimo de cuatro semanas.
En un mundo como el actual, donde el dinero se mueve a golpe de «clic» y donde las transacciones financieras pueden ejecutarse en milisegundos, resulta casi anacrónico que el oro siga dependiendo de medios tradicionales para su traslado. Y es que una de sus particularidades es que es un activo financiero, pero también es una materia física; una doble naturaleza que lo convierte en un instrumento único dentro del sistema financiero global.
Esta demanda masiva que se está produciendo al otro lado del Atlántico está forzando a las refinerías suizas, como PAMP, Valcambi y Argor-Heraeus, a trabajar al máximo de sus capacidades. El comercio de oro en Londres se realiza a través de lingotes de 400 onzas troy (12,5 kilos). Sin embargo, el Comex utiliza como referencia los lingotes de 1 kilo, por lo que antes de emprender su viaje a Estados Unidos deben ser convertidos a un formato más pequeño.
Esta fuerte demanda no solo de EE UU, sino del resto del mundo, ha impulsado la cotización internacional del oro, que recientemente ha roto la barrera psicológica de los 3.000 dólares por onza. En lo que va de año, el metal dorado se ha revalorizado un 16%. «Las políticas comerciales de Estados Unidos han creado incertidumbre, lo que ha empujado a los inversores hacia el oro. Aunque no hay indicios de que se vayan a imponer aranceles sobre el metal, las tensiones comerciales más amplias respaldan la demanda de activos refugio», asegura Daniel Marburger, CEO de StoneX Bullion.
Sin embargo, también hay expertos que apuntan a que la cotización tenderá a normalizarse. «La incertidumbre sobre los aranceles y la preocupación por el crecimiento económico global están impulsando la demanda de activos refugio. Esto se refleja en el mercado de futuros de oro, mientras que los flujos hacia ETFs de oro siguen siendo limitados debido a los altos costos de oportunidad derivados de las tasas de interés elevadas. La incertidumbre sobre si el oro estaría sujeto a aranceles de importación en EE UU ha provocado un aumento en los envíos desde Londres, ampliando la diferencia de precios entre ambas regiones. A medida que los inversores comprendan que gravar el oro carece de sentido –especialmente porque EE UU es un exportador neto–, estas distorsiones de precios comenzarán a corregirse», pronostica Kerstin Hottner, directora de materias primas en Vontobel.
Por su parte, Marburger considera que el panorama de revalorización sigue siendo optimista mientras persista la inestabilidad económica. «Con presiones inflacionarias y altos riesgos geopolíticos, podríamos ver más ganancias, aunque se espera volatilidad», señala.
Los bancos que predijeron que la onza de oro alcanzaría los 3.000 dólares, como Bank of America o Citigroup, ahora anticipan que llegará a los 3.500 o, incluso, más. En este sentido, el matemático y estadístico Juan Ignacio Crespo llama la atención sobre un gráfico de LSEG Datastream, la plataforma de datos financieros proporcionada por London Stock Exchange Group (LSEG), que ofrece una amplia gama de datos históricos y en tiempo real de mercados financieros, que proyecta que, tras un aumento adicional del 7%, que elevará el oro por encima de los 3.200 dólares, el precio se estancará hasta el verano, seguido de otro fuerte impulso que lo podría acercar a los 4.000 dólares. Recuerda, asimismo, que, históricamente, el precio de la onza de oro ha superado los «miles» cuando se han producido eventos económicos de gran relevancia: llegó a los 1.000 dólares durante la Gran Crisis Financiera; a los 2.000, con la pandemia; y ahora, en «pleno lío trumpiano con los aranceles», supera los 3.000 dólares, por lo que, según el estadístico, «habría que estar temblando por la llegada del otoño, que es cuando la probabilidad de que llegue a cotizar en los 4.000 dólares debería ser muy elevada».
Activo refugio
Desde tiempos inmemoriales, los inversores han buscado refugios seguros para proteger su riqueza frente a las incertidumbres económicas, políticas y sociales. A lo largo de la historia, distintos activos han ocupado este rol. El oro, por ejemplo, ha sido un símbolo de valor y estabilidad durante milenios, mientras que en la era moderna, el dólar estadounidense se ha consolidado como el refugio financiero por excelencia, respaldado por el tamaño y la fortaleza de la economía de Estados Unidos. El estatus del dólar como principal activo refugio quedó sellado tras el final de la Segunda Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods en 1944. Este sistema estableció al dólar como la moneda dominante en el comercio internacional, respaldada por el oro. Aunque este vínculo se rompió en 1971, el dólar mantuvo su hegemonía, convirtiéndose en el principal activo en las reservas de los bancos centrales. En su pico máximo, durante los años 70 y 80, más del 85% de las reservas globales de los bancos centrales estaban denominadas en dólares.
Sin embargo, con el tiempo, esta proporción ha ido variando. En las últimas décadas, el porcentaje de reservas en dólares ha disminuido gradualmente, pasando de representar cerca del 70% en 1999 al 58% en 2024, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este descenso refleja una diversificación de activos en las carteras de los bancos centrales, impulsada por factores como la creciente importancia del euro, que representa alrededor del 20% de las reservas globales, y el aumento en las tenencias de oro. El oro, tradicionalmente considerado un refugio seguro en tiempos de crisis, ha recuperado protagonismo, especialmente entre economías emergentes que buscan reducir su dependencia del dólar, pero también entre los bancos centrales, que han vuelto a llenar sus cámaras acorazadas de resplandecientes lingotes.
A este interés también se suma el de los inversores particulares que buscan diversificar sus carteras, por lo que están incorporando oro a las mismas, situando la demanda en cotas récord. «El oro proporciona diversificación, protección contra la inflación y una cobertura frente a las recesiones económicas, convirtiéndolo en un activo crucial para la estabilidad a largo plazo», señala el CEO de StoneX Bullion.
El último informe «Tendencias de la demanda de oro» del Consejo Mundial del Oro (WGC) revela que la demanda anual total de oro (incluido el mercado extrabursátil) alcanzó un nuevo récord de 4.974 toneladas, impulsada por las fuertes y sostenidas compras de los bancos centrales y el crecimiento de la demanda de inversión. La combinación de precios y volúmenes récord del oro dio lugar al valor total de la demanda más alto de la historia, de 382.000 millones de dólares. Los bancos centrales siguieron comprando oro a un ritmo rápido, con compras que superaron las 1.000 toneladas por tercer año consecutivo. Las compras aumentaron significativamente en el cuarto trimestre hasta alcanzar las 333 toneladas, lo que elevó el total anual de los bancos centrales a 1.045 toneladas.
De hecho, las compras de oro por parte de las instituciones emisoras de los mercados emergentes han sido uno de los principales impulsores del precio del metal dorado en los últimos dos años. La gran incógnita es si esto continuará, ya que existe el temor a que un alto el fuego negociado por Trump entre Rusia y Ucrania pueda reducir la necesidad de comprar oro. «La primera ola de compras se debió al congelamiento de activos rusos en dólares, y aunque un acuerdo de paz sería un gran cambio geopolítico, las preocupaciones sobre riesgos similares en otros países no desaparecerán», indica Kerstin Hottner.
El suministro también podría aumentar debido a un mayor reciclaje de oro, que representa aproximadamente un tercio de la oferta total. Sin embargo, cualquier corrección en los precios, a juicio de la experta, debería ser de corta duración, ya que las compras de los bancos centrales seguirán proporcionando un sólido soporte.
Por su parte, la demanda mundial de inversión aumentó un 25% interanual hasta las 1.180 toneladas (el máximo en cuatro años), lo que refleja un repunte de la demanda de ETF de oro en el segundo semestre de 2024. Los ETF de oro mundiales sumaron 19 toneladas en el cuarto trimestre de 2024, lo que supuso el segundo trimestre consecutivo de entradas de capital para esta clase de activos. La demanda de lingotes y monedas se mantuvo en gran medida en línea con los niveles de 2023, con 1.186 toneladas en 2024.
«La incertidumbre geopolítica y macroeconómica serán probablemente los temas dominantes este año, lo que respaldará la demanda de oro como reserva de valor y cobertura contra los riesgos. Esperamos que los bancos centrales sigan al mando en 2025 y que los inversores en ETF de oro se unan a la refriega, sobre todo si vemos tipos de interés más bajos, aunque volátiles», expone Louise Street, Senior Markets Analyst – World Gold Council. En un contexto marcado por la incertidumbre, el oro ha renacido como escudo protector.
Cómo tributa
La normativa europea establece que se considera oro físico de inversión a los lingotes o barras que pesen dos gramos o más y tengan una pureza igual o superior a 995 milésimas, así como a las monedas con una pureza superior a 900 milésimas. Estas monedas deben haber sido acuñadas después del año 1800, ser o haber sido moneda de curso legal en su país de origen y ser comercializadas habitualmente por un precio que no supere en más del 80% el valor de mercado del oro contenido en ellas. Esta clasificación facilita que los inversores puedan acceder a un mercado regulado y con ciertas ventajas fiscales, lo que otorga al oro físico un estatus de activo seguro y atractivo.
Con el inicio de la campaña del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) a la vuelta de la esquina, es importante recordar cómo se tributa este activo en el ámbito fiscal. El oro físico de inversión disfruta de una fiscalidad especial que exime a los inversores del pago del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) cuando adquieren piezas de oro que cumplan con los requisitos establecidos para ser considerado de «inversión».
En lo que respecta a la tributación en el IRPF, el oro se integra dentro del régimen de ganancias y pérdidas patrimoniales. Es decir, cuando se realiza la venta de oro, la tributación se aplica sobre la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta de las piezas. Esta diferencia se incluye en la base imponible del ahorro del contribuyente.