Economía
«Ponerse los zapatos del compañero», clave para mejorar el clima laboral
La empatía con los trabajadores se traduce, según los expertos, en una mejor gestión de los recursos humanos y de la implicación con la empresa
En 1968, el día después del asesinato de Martín Luther King, una profesora de Iowa, Jane Elliott, se propuso compartir una experiencia con sus alumnos: abordar el impacto que tienen los prejuicios. La clase empezó preguntándoles si sabían lo que significaba sentirse marginado por el color de la piel. La mayoría respondió que sí... pero ella no estaba tan convencida. A continuación, propuso una dinámica basada en un prejuicio. Anunció que las personas de «ojos azules eran las mejores...» y, a partir de ese axioma se estructuró la clase. Al día siguiente invirtió los roles en base a otro prejuicio: «Las de ojos castaños son las mejores personas».
Con esta historia ejemplifica Carlos González, profesor del ESIC Business and Marketing School, cómo la empatía es capaz de transformar la realidad. «Con el ejercicio, los niños aprendieron a entender qué se experimenta cuando se está en la piel del otro, se amplió su conciencia, aprendieron que las reglas pueden ser arbitrarias, injustas o parciales y sembró las semillas del pensamiento crítico», explica. «Podríamos definir la empatía como un acto por el que nos ponemos en el lugar de la otra persona, en sus zapatos, para ser consciente de sus perspectivas de la realidad», continúa González, quien subraya, además, la importancia de usar esa comprensión para guiar las propias acciones. «Si ante un desgracia ajena, comprendo las emociones y perspectivas del otro, pero no me sirve para guiar mi conducta no podríamos hablar de empatía, quizás sería más simpatía», añade. Y esto, en una empresa, puede manifestarse en acciones concretas como darle a un colaborador más recursos para que saque adelante un proyecto, como más tiempo o más ayuda, cuando lo que esa persona necesita realmente es que se le dedique más tiempo de escucha y orientación o «mentoring».
El papel del líder
Por su parte, Mónica Esgueva, experta en «mindfulness» laboral y su aplicación a las corporaciones, explica que, realmente, existen distintos tipos de empatía. «Para empezar, está la empatía cognitiva, que es simplemente entender lo que el otro piensa y siente», dice, con la que «hay que tener mucho cuidado, porque se puede convertir en algo negativo». Y es que este conocimiento acerca de los sentimientos ajenos se puede utilizar bien o mal, incluso convertirse en una herramienta de manipulación. «Un líder que sabe lo que las personas sienten o piensan puede usarlo para ser reelegido, por ejemplo», recalca. «Por otra parte existe la empatía emocional, que es sentir la emoción de otro en ti mismo, y es muy positivo pero hay que tener cuidado porque en ciertas profesiones, como por ejemplo médicos, enfermeras o terapeutas, puede llevar al “burnout”, porque nos supera», añade. «Por último, existe la compasión empática, que es hacia donde tenemos que tender los seres humanos en todos los ámbitos de nuestra vida», apunta. Esto significa ser capaz de comprender lo que el otro siente y que, además, provoque el impulso de ayudar. «Lo que se ha comprobado es que son dos zonas diferentes las que se activan en el cerebro en cuanto a la empatía emocional y éste otro tipo, porque la compasión empática nos lleva a la acción, a tener el impulso de hacer algo, no a la impotencia de la empatía emocional», asevera. Por eso, es en esta empatía por compasión donde está, como dice Esgueva, «el futuro de la humanidad», porque es la que lleva a cambiar las cosas.
«La empatía en el ámbito empresarial tiene aplicación con todos los “stakeholders ”de una organización: empleados, proveedores, clientes, accionista, la comunidad...», dice González. Pero también tiene implicaciones hacia las generaciones futuras, porque permite replantearse los efectos de los sistemas productivos y empezar a cambiarlos. «Las personas que tienen cierto poder en las empresas, ya sean directivos, como jefes de equipo o RR HH tienen que entender que esto es importante, porque la cultura empresarial solo se cambia desde arriba, y hay que darle importancia a esto por encima de logros a corto plazo que pasan por pisar el cuello del compañero», subraya Esgueva, quien afirma que, de forma más práctica, hay que poner por encima la colaboración de la competición. «Cuando se hace así los empleados se sienten personas y saben que sus compañeros también lo son. Así, trabajando juntos, no solo se consiguen más beneficios, sino también una mejor empresa, un mejor ambiente y eso hace que las personas se involucren mucho más».
Un círculo positivo en el que, para Jorge Segado, experto en medios de comunicación y estrategia empresarial, es muy importante hablar de la empatía no solo como capacidad, sino también como herramienta. «Es necesario entender que empatía y eficiencia no son términos contrarios, sino que si la empatía funciona es cuando el trabajador o el niño que aprende o el enfermo que está en proceso de curación, dan su mejor potencial», recalca. «Cada vez las empresas se muestran más como agentes de un propósito, movilizando recursos y talento para generar educación social», continúa Segado. «Es un movimiento que, además, estamos viendo que se está desarrollando de una manera importantísima en los últimos años, y es muy positivo para los individuos que forman parte de las organizaciones», dice. Por eso, el impacto del buen uso de la empatía es global, afecta la vida de las personas en todas sus facetas.
¿Qué es? Utilizar la capacidad empática en todos los ámbitos, también en el trabajo
Seña de identidad. Líderes y trabajadores capaces de entender las necesidades del otro y trabajar para lograrlas
Beneficios para la empresa. Mejor clima laboral, trabajo en equipo, consecución más fácil de los objetivos, empleados comprometidos
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