Economía

Sorpresa en el índice de sorpresas

Este indicador mide la diferencia que existe entre las expectativas de los economistas sobre los datos macro y los datos oficiales que se publican

Joe Biden, presidente de Estados Unidos
Joe Biden, presidente de Estados UnidosAndrew HarnikAgencia AP

Ralph Waldo Emerson (1803-1882), uno de los escritores norteamericanos más venerados del siglo XIX, insistía en que «la vida es una serie de sorpresas». Vernon A. Walters (1917-2002), autodidacta, general de tres estrellas y, durante unos años, director adjunto de la CIA, explicaba que «lo esperado rara vez ocurre y nunca de la manera esperada». Es lo que le decía la experiencia política, diplomática y militar a un personaje que dominaba siete idiomas, incluido el castellano, que hablaba con soltura. En tiempos de incertidumbre, como los describen los bancos centrales a ambos lados del Atlántico, el Índice de Sorpresas Económicas (Economic Surprise Index), que elabora Citigroup, que para la economía americana estaba en negativo desde mediados de diciembre y el viernes en «-19 puntos», pasó de pronto a terreno positivo el lunes y alcanzó los 21,9.

El Índice de Sorpresas Económicas es un indicador que mide la diferencia que existe entre las expectativas de los economistas sobre los datos macro y los datos macro oficiales que se publican. Mide, en otras palabras, si los datos macro que se publican superan las previsiones del mercado y de los expertos. En definitiva, da mayor importancia a lo esperado que a la realidad, aunque nunca ocurra de la forma esperada, como creía Walters.

El dato positivo del Índice indicaría que hay un cambio de tendencia, aunque el analista Juan Ignacio Crespo, escrutador fino de los mercados, cree que un índice no muy alejado de cero «refleja las dudas sobre la economía USAy la poca convicción argumental que existe en pro o en contra de una eventual recesión que se iniciaría en algún momento de 2023». El cambio de tendencia en el índice –y en otro similar que elabora Bloomberg– reflejaría el sentimiento –o quizá mejor dicho, el deseo– que hay en las bolsas, en Wall Street y en las europeas, de que la Reserva Federal por un lado y el Banco Central Europeo por otro, aflojan su política monetaria, aunque nadie lo puede asegurar. El pleno empleo en USA y la inflación subyacente en Europa son elementos para rebajar esa casi euforia de los mercados cuya historia es siempre una serie de sorpresas, como sugería Emerson.