Agencias de calificación
S&P congela la subida del «rating» de España por el desafío soberanista
Advierte de que la situación «podría impactar de forma negativa en el crecimiento».
El órdago independentista de Carles Puigdemont empieza a pasar factura económica. Si el jueves fue el Banco de España el que ya advirtió de que la tensión en Cataluña podía afectar al crecimiento, ayer fue la agencia de calificación de riesgos Standard&Poor’s (S&P) la que señaló al presidente catalán y a su deriva independentista como posibles obstáculos para el crecimiento nacional, incluido el de la comunidad catalana.
Aunque todo parecía indicar que S&P iba a subir la calificación a la vista del buen desempeño de la economía española, la agencia ha decidido congelar su decisión debido a que la tensión entre la Generalitat y el Gobierno de Mariano Rajoy podría, si no es atajada, «debilitar la confianza de los empresarios y de los inversores y debilitar las perspectivas de crecimiento». Ante ello, la agencia ha decidido mantener la nota de la deuda soberana española en BBB+ –aprobado alto– con perspectiva positiva. Esta expectativa, según asegura S&P, indica la posibilidad de que el «rating» de España sea revisado al alza en los próximos 18 meses. Eso sí, la condición para ello es que el crecimiento y la consolidación fiscal se mantengan en línea con lo que espera la agencia y que las tensiones entre Cataluña y el Gobierno central se relajen. En cualquier caso, la nota no parece en peligro. S&P asegura que podría rebajar a estable la perspectiva si el crecimiento se debilita, si la deuda supera el equivalente al 100% del PIB, si el déficit empeora o si la tensión en Cataluña se recrudece, conduciendo a «un futuro con respuestas políticas menos predecibles».
Aunque la agencia da por hecho que la tensión se mantendrá al menos durante una larga temporada, insiste en la idea que ya avanzó la pasada primavera de que Cataluña continuará siendo parte de España.
Standard&Poor’s se une con su informe a las advertencias lanzadas en los últimos días por diferentes analistas internacionales, que ven en la huida hacia adelante de Puigdemont un potencial peligro para la economía. Bank of America advirtió el jueves de que «todavía existen razones por las que el mercado podría preocuparse después del fin de semana». Más drástico ha sido el banco de inversión JP Morgan, que ha desaconsejado a sus clientes que apuesten por España hasta que la situación se normalice. Goldman Sachs considera que hay posibilidades de que el conflicto político se enquiste.
Pese a la evidente cautela política que transmite, el informe de S&P es un espaldarazo a la gestión económica del Gobierno de Mariano Rajoy. Sitúa el crecimiento para este ejercicio en un 3%, por encima de la media europea, y considera que España podría cumplir con el objetivo de déficit del 3,1%.
Tras S&P, Moody’s será la próxima agencia de «rating» que hará pública su revisión de la nota de España el 20 de octubre. Denostadas por su cuestionable labor en los años previos a la crisis económica, las agencias de calificación de riesgos siguen teniendo una importancia vital en el sistema financiero internacional. Sus notas siguen sirviendo de guía a los inversores.
Desde que salió de la crisis económica, España lucha por mejorar su nota para conseguir financiación más barata en los mercados con resultados más bien modestos. Las tres grandes agencias –Moody’s, S&P y Fitch– sólo han mejorado una vez su calificación, que sigue muy lejos del nivel precrisis. Entonces, tanto Moody’s como Fitch concedían la máxima nota a la deuda española, AAA. S&P nunca llegó a situarla en un nivel tan alto.
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