Bolsa
Un programa económico imposible
Las bolsas europeas se entregan a la volatilidad ante la incertidumbre procedente de EE UU.
Las bolsas europeas se entregan a la volatilidad ante la incertidumbre procedente de EE UU.
Vaya por delante que me sorprende la victoria de Donald Trump. No, a diferencia que la mayor parte análisis que leo en estas primeras horas, ni la esperaba ni me gusta.
La victoria de Donald Trump y su nueva condición de presidente de Estados Unidos se concreta, más allá del eslogan, en el plano económico, esencialmente, de un lado, en una promesa (electoral) de estímulo al crecimiento mediante reforma fiscal, ciertas implicaciones inflacionistas, incertidumbres sobre la política monetaria de la FED y políticas proteccionistas. Hasta ahí los grandes enunciados, esos a los que resulta fácil abonarse sin necesidad de concretar, como quien se suma al deseo de la paz mundial. Pero la realidad es que su programa económico resulta tan vago que es difícil hacer previsiones, no solamente sobre el impacto de las medidas, sino incluso sobre la capacidad de Trump para llevar a efecto sus declaraciones. Así las cosas, parece un buen comienzo en el momento actual la política reflaccionista, siempre que no se lleve por delante el mercado de bonos, que ya han mostrado en las primeras horas repuntes de rentabilidad.
En cuanto a la política fiscal, Trump tiene buenas promesas para todos: menos impuestos a los hogares, menos impuestos a las empresas y más gasto público, principalmente en infraestructuras. El estímulo anunciado representa dos puntos de PIB anuales, quizás incluso más. Resultado: 5 billones de deuda para la próxima década, y esto plantea una cuestión sobre si los propios republicanos (recordemos los últimos debates sobre la elevación del techo de deuda) están dispuestos a llegar tan lejos habida cuenta de su predilección hacia políticas menos intervencionistas y que reduzcan la participación del Estado en la economía. Mi percepción es que habrá estímulo fiscal, pero quizás ni tan pronto ni tan amplio como se espera, sobre todo si tenemos en cuenta que ni hablamos de una economía en situación de pleno empleo ni estamos en 2009, por mucho que Trump haya dibujado en su relato electoral un país en situación de post guerra, y es que en algún momento habrá que acomodar el relato electoral a las políticas efectivas.
En cuanto a la Reserva Federal, lo cierto es que hay margen para actuar y acelerar el ciclo de subida de tipos si en algún momento las políticas de estímulo de Trump presionaran al alza la inflación y los salarios. Siempre y cuando no se siga atacando su independencia; no olvidemos que hay dos vacantes por cubrir (de siete) que serán para afines republicanos y que el mandato de Yellen finaliza en enero de 2018. De modo que quizás la Fed pueda servir de contrapeso a las políticas anunciadas por Trump... ,pero solamente un tiempo.
A nivel de comercio internacional, un área donde sus poderes son especialmente amplios, es conocida la animadversión de Trump por el Nafta (el 75% de las exportaciones mexicanas y canadienses son a EE UU) y aunque la posibilidad de que la retórica se convierta en política comercial formal, el principal efecto de medidas de aislacionismo comercial tendría un efecto global de incremento de prima de riesgo geopolítica, con todo lo que ello significa. En este tema no existe unanimidad entre los propios republicanos, lo que nos lleva nuevamente a matizar y, frente a la parafernalia de la retórica, no esperar un cambio drástico. Es sintomático que al tiempo de anunciarse la victoria de Trump la reacción inmediata de los mercados financieros fuese extremadamente negativa para recuperarse de forma rápida ante un primer discurso que se alejaba del esperpento electoral. Algo parecido hizo la probabilidad implícita en los futuros respecto de la subida de tipos, con fuertes caídas para recuperarse y marcar incluso un nuevo máximo del 88% de probabilidad de subida en la próxima reunión.
Todo ello viene de algún modo a dibujar un mandato en el cual (felizmente) no se podrán cumplir las propuestas anunciadas en el período electoral, bien por la aplastante realidad, bien por la propia moderación del discurso, bien por el contrapeso de instituciones como la Fed que, al menos durante algunos trimestres podrán compensar posibles dislates.
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