Opinión

No se puede seguir improvisando

De lo que se trata es de exigir al Gobierno de Pedro Sánchez, que dispone de los suficientes instrumentos legales, que asuma su responsabilidad y tome las riendas de la lucha contra la epidemia.

Según informes de absoluta solvencia en poder de LA RAZÓN, el martes, el sistema hospitalario de la Comunidad de Madrid tenía en las UCI a 120 pacientes infectados por el coronavirus y quedaban 540 camas libres de cuidados intensivos. Al ritmo actual de la expansión de la epidemia, esa reserva de camas quedará agotada en menos de una semana. Es evidente, que ya no es posible seguir improvisando, arrastrado por los acontecimientos, como ha hecho el Gobierno hasta ahora ni, mucho menos, dejar que sean las comunidades autónomas las que afronten con sus propios medios lo que es una emergencia de carácter nacional y de alcance imprevisible.

Ni han funcionado los servicios de alerta epidemiológica gubernamentales, previstos en la Ley General de Sanidad, ni la amplitud que la epidemia – desde ayer oficialmente «pandemia»– estaba tomando en el continente asiático durante los meses de diciembre y enero aconsejó a nuestra autoridades sanitarias hacer acopio de medios de protección, especialmente, de máscaras, guantes y trajes, o de apoyo clínico, como respiradores. Hasta ahora, los servicios se han mantenido con las reservas existentes en cada autonomía, pero que ya están al borde del agotamiento, como también lo está, dicho sea de paso, el propio personal sanitario, héroes tranquilos, que se mantienen al pie del cañón desde hace semanas. Que ayer el doctor Fernando Simón, coordinador de emergencias del Ministerio de Sanidad, reconociera que se estaba a la espera de varios buques mercantes, procedentes de China, con esos materiales, es el mejor aval de lo que decimos.

Se podrá argüir que, ahora, visto lo visto, es fácil señalar las deficiencias en la gestión de la crisis sanitaria, pero no es menos cierto que desde distintos ámbitos, y no sólo periodísticos, se venía advirtiendo de la gravedad potencial de una epidemia que la opinión pública asimiló al principio como una gripe más benigna, pese a la realidad de la intensa movilización llevada a cabo por los gobiernos de China, Japón y Corea del Sur. Desafortunadamente la realidad se ha impuesto y ha dejado en evidencia la pasividad gubernamental, cuando no la frivolidad culposa de algunas actitudes que parecen incomprensibles. El mismo Fernando Simón admitía ayer que en las horas previas a la celebración de la marcha del 8 de marzo, que contó con nutrida representación del Gabinete, con su efecto arrastre, el número de contagios en la Comunidad de Madrid parecía acelerarse.

De hecho, ese domingo, según los datos contrastados por LA RAZÓN, había 388 pacientes en planta y 53 en las UCI. Menos de cuarenta y ocho horas después, eran 669 los ingresados en planta y 102 en las UCI. La fase de contención había fracasado. Sin embargo, no es tiempo ni de reproches ni de buscar responsables, actitud tan cara a la izquierda española, pero que en nada ayuda a mantener la necesaria calma entre la ciudadanía. De lo que se trata es de exigir al Gobierno de Pedro Sánchez, que dispone de los suficientes instrumentos legales, como la citada Ley General de Sanidad y la de Protección Civil, que asuma su responsabilidad y tome las riendas de la lucha contra la epidemia, admitiendo como cierta la peor de las hipótesis sobre la evolución de los contagios.

Porque ya no vale ceñirse a las medidas de prevención y contención del virus, que han quedado desbordadas, sino disponerse a afrontar la inevitable sobrecarga de trabajo que va a recaer sobre el sistema sanitario en su conjunto. Hay que preparar los planes de contingencia, utilizando todos los medios de Protección Civil y, en su caso, los que puedan proporcionar las Fuerzas Armadas. En definitiva, adelantarse al virus y no ir a su estela, como hasta ahora.