Editoriales

El coronavirus como coartada electoral

La Generalitat no preparó ningún plan para votar con seguridad y aplaza los comicios.

La cacicada independentista
La cacicada independentistaGENERALITATGENERALITAT

Las elecciones catalanas se retrasarán tres meses y medio, hasta el 30 mayo, a causa del riesgo que una convocatoria de este tipo podría ocasionar desde el punto de vista de la expansión del coronavirus. Esta es la razón oficial esgrimida, aunque desde que se convocaron el pasado 21 de diciembre ha habido tiempo para poner un marcha un plan especial que permita ejercer el derecho al voto con las debidas medidas de seguridad. Es decir, se puede celebrar la Navidad, pero no ir a votar, aunque hay que decir que pocas actividades sociales están tan controladas como acudir a un colegio electoral.

No ha habido un plan y sólo cabe deducir que ha sido porque o no se ha sabido hacer, lo que demuestra la absoluta ineptitud del gobierno de la Generalitat –que no vio la luz para gestionar asuntos terrenales que atañan al común de los ciudadanos–, o porque no se ha querido, con el objetivo de llegar al actual aplazamiento, con lo que obliga a los partidos a modificar sus estrategias, a unos más que a otros. Es innegable que este tiempo obliga a las formaciones a poner al día su campaña: los independentistas que están en gobierno, ERC y JxCat, quieren aplazar la convocatoria, y de hecho han sido ellos los que por mayoría la han sacado adelante, por diferentes aunque concatenados motivos. Los primeros quieren que el efecto de Salvador Illa pierda fuelle y los segundos, teledirigidos desde Waterloo por Puigdemont, rearmar su candidatura y ganar tiempo. El PSC ha sido el único partido que se ha negado al cambio, proponiendo un retraso de un mes, hasta el 14 de marzo, lo justo para que el ministro de Sanidad y cabeza de lista socialista no se queme por la tercera ola de la pandemia en la que hemos entrado, aunque su carácter ignífugo lo mantendrá al salvo.

Extraña situación en la que candidato del PSC, con opciones, según las encuestas, para presidir la Generalitat, pueda depender ahora de la marcha de la pandemia. El Govern ha justificado su decisión con los datos facilitados por el departamento de Sanidad de la Generalitat y la proyección de que el mismo día de las elecciones del 14 de febrero se registrarían hasta 9.000 contagios en Cataluña, lo que supone el doble de los actuales. Pero lo que no dice es que se llegaría a esta situación si no se pusiesen los medios adecuados, siguiendo el ejemplo de las pasadas fiestas navideñas. No es un argumento de peso, aunque sobre el coronavirus, después de casi un año, ha quedado claro que es una epidemia que se está manejando con evidentes intenciones electoralistas: nadie quiere asumir ninguna responsabilidad. Tampoco la Generalitat, por supuesto, que ha consumido todo el calendario electoral, pero con una anomalía evidente: se puso en marcha el contador porque no se presentó ningún candidato cuando Torra fue inhabilitado. Es decir, ERC y JxCat estaban engrasando sus maquinarias y no les interesaba. Como siempre, sus intereses por delante del de los ciudadanos.