Editorial

Iglesias, al frente del bloque independentista

Queda despejado uno de los obstáculos que impedía la extradición y juicio de Carles Puigdemont y los demás huidos de la Justicia española por los hechos del 1-O. El pleno del Parlamento Europeo ha votado a favor de considerar el suplicatorio del Tribunal Supremo, lo que supone poder reactivar la euroorden dictada por el TS, un paso imprescindible, aunque no el único, para que se ejecute la extradición porque ahora tienen la palabra los tribunales belgas, incluso el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. De esta manera, se ha impuesto el estado de Derecho y la defensa de la democracia frente a los que quisieron liquidar el orden constitucional de un país miembro de la UE y, después, huyeron de la Justicia sin querer responder por los graves hechos cometidos. La peculiaridad de la sesión residió en que Unidas Podemos votó en contra del suplicatorio y se apartó de la posición mayoritaria del Gobierno representada por el PSOE, siguiendo su estrategia de ir contra la «fallida» democracia española, pero también para fortalecer la alianza de los partidos que apoyaron la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa, de ERC a EH Bildu, hoy aglutinados en torno a Pablo Iglesias. Si a la posición de Estrasburgo se suma que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria ha acordado anular la progresión al tercer grado de los presos del 1-O y su situación de semilibertad, puede decirse que la posibilidad para formar un gobierno independentista en Cataluña es cada vez más cercana. No sólo rompe la estrategia socialista de abrir una vía intermedia –el efecto Illa–, sino que polariza aún más la situación política y social en Cataluña, algo que ya no interesa tanto al independentismo –bastante tienen con repartirse los 328 cargos de libre designación–, como a Podemos, que está utilizando el conflicto como punta de lanza contra el Gobierno y el Estado. ERC amenazó ayer con romper con Sánchez si proseguían estos gestos «represivos» –ignoran que los tribunales son independientes– y el aplauso al suplicatorio contra Puigdemont. Se trata de una exigencia que dejaría al PSOE fuera de la centralidad en la Eurocámara, pues sus votos estuvieron junto al del resto de socialistas, populares y liberales, y se hubieran sumando al de la extrema derecha francesa, alemana y belga y a la xenófoba Liga de Salvini. Por contra, Podemos se sumó al populismo más antieuropeo y a otros grupos de extrema izquierda. Para tomar aire, el Gobierno tuvo que improvisar que considera «perfectamente compatible» que Puigdemont sea juzgado en España por sedición y malversación, mientras se debate la reforma de Código Penal y los delitos antes citados. Y mientras, Sánchez insiste en que algo se mueve en Cataluña.