Pedro Sánchez
Un flaco favor a la convivencia
Sánchez aprueba los indultos contra el Supremo, la Fiscalía y los españoles
El Consejo de Ministros aprueba hoy los indultos para los líderes del procés condenados por el golpe contra el orden constitucional de 2017. Pedro Sánchez lo confirmó en una conferencia en el Liceo de Barcelona acompañada de un plante generalizado de instituciones separatistas. El presidente repitió el argumentario que La Moncloa ha urdido para vender el trato de favor a los presos. Es una narrativa potente y hábil cimentada en la emotividad, que elude lo jurídico e incluso lo político, en la que «la medida de gracia es un primer paso para el proyecto de reencuentro y concordia que busca superar el conflicto», útil «para la convivencia», una «mano tendida» con la que «sacamos materialmente a nueve personas de la cárcel, pero sumamos simbólicamente a millones y millones para la convivencia». El presidente validó la plena constitucionalidad de la figura del indulto y dejó sobre la mesa que la meta es «un nuevo proyecto de país» «libre de los errores del pasado». El espectáculo del Liceo fue lo esperado, otro fenomenal acto de propaganda con el borrón no menor de los abucheos y la hostilidad de infiltrados secesionistas en el auditorio. Nada que no haya sufrido esa mayoría de catalanes a los que el Gobierno y su presidente han dejado de lado. No podemos compartir una decisión presidencial que sirve al propio Sánchez y al separatismo, pero no al conjunto de la sociedad, y menos todavía a la democracia y a una idea tolerable de justicia. Entendemos los grandes lemas del presidente como una carcasa cosmética que apenas encubre lo que sin duda representa una mera transacción de votos, intereses, privilegios y poder, que asegura –o al menos eso se cree– estabilidad parlamentaria al Gobierno y apenas esboza un horizonte tan abierto como alarmante para el Principado y el resto del Estado. Es irreal, además de un señuelo, hablar de concordia y de legalidad cuando abiertamente se ignora al Supremo, la Fiscalía, la oposición y la inmensa mayoría de una sociedad que pensaba que todos éramos iguales ante la ley y que el Estado de Derecho era un baluarte que nos defendía de actos arbitrarios y perniciosos desde el poder. Veremos si la indulgencia supera el control judicial del Contencioso-Administrativo. Tendrán que crear un relato fáctico razonable en el que fundamentar las razones de justicia, equidad o interés público, que, a nuestro juicio, no se dan. Conviene insistir en que el indulto es una facultad discrecional, pero no arbitraria.
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