Editorial
Sánchez se asegura un futuro, España, no
No hay más Estado ni más garantías y sostén para millones de compatriotas que pasan tiempos de necesidad
La legislatura se ha despejado para Pedro Sánchez de forma definitiva al menos en lo que afecta al guion presupuestario que sostiene las políticas del Estado. Al presidente ni siquiera le ha hecho falta aquello de hacer de la necesidad virtud, porque los engranajes de la mayoría Frankenstein están perfectamente engrasados se diga lo que se diga y vendan lo que vendan los socios implicados. El feliz desenlace para La Moncloa nunca ha estado en peligro porque el mercadeo y la transacción han funcionado como un reloj suizo. Casi 300 millones de euros han costado al erario los votos separatistas y bilduetarras, en un espectáculo reiterativo que no guarda relación con el interés general y sí con el ejercicio de una política menor y mezquina en la que los ciudadanos y su bienestar nunca se encuentran en el centro. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado de 2022, los segundos del Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos, ha salido adelante en el Congreso con una mayoría holgada de 188 apoyos, más de la mitad de la Cámara, y que replica casi milimétricamente los escrutinios de las cuentas del ejercicio anterior. Por si le faltaba viento a favor al presidente para alcanzar el principal objetivo que es empujar las próximas elecciones generales hasta los albores de 2024, con el semestre español de la UE finiquitado, sus planes financieros han recibido incluso la bendición de la Comisión Europea, acomodada en la manga ancha dispuesta para afrontar la pandemia. La generosidad de Bruselas en la fiscalización de unos Presupuestos, cuyas estimaciones y rumbo han sido refutados por notables instituciones nacionales e internacionales, da que pensar sobre la intensidad y minuciosidad de una supervisión que únicamente solicita una política fiscal «prudente» para contener la colosal deuda de nuestro país. Sánchez ha superado otro de esos obstáculos en su faceta de resistente pese a todos y todo, pero lo más probable es que los Presupuestos tengan serias dificultades para sobreponerse a las pruebas de estrés que el porvenir económico y político apunta, y que refleja este presente de contestación social y conflictos laborales en la calle. Las cuentas, expansivas, sustentadas en fondos europeos condicionados a reformas estructurales intensas y en extraordinarios esfuerzos impositivos sobre una ciudadanía y un tejido empresarial maltrechos, reproducen un modelo de gasto ineficiente con carencias para consolidar una recuperación robusta como refrenda la desaceleración actual. Que los principales enemigos de la Constitución sean los padrinos del proyecto es un signo consolidado de estos tiempos en los que el bien común ha sucumbido entre los trapicheos y las bambalinas del poder político. No hay más Estado ni más garantías y sostén para millones de compatriotas que pasan tiempos de necesidad. España no gana con los Presupuestos de Sánchez.
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