Editorial
España, otra vez a remolque del virus
Desde el pasado 2 de noviembre, fecha en la que la mayoría de los técnicos sitúan el principio de la sexta ola de la pandemia de coronavirus, España ha registrado 438.559 nuevos contagios y ha tenido que lamentar otros 1.285 fallecimientos por el Covid-19. Ciertamente, la situación general desde el punto de vista sanitario no admite comparación con los estragos que causaron las oleadas anteriores, pero la inesperada acumulación de nuevos casos comienza a dejarse sentir en el sistema hospitalario, especialmente, entre unos profesionales, los médicos, las enfermeras y los auxiliares, a los que la pandemia viene exigiendo un tremendo esfuerzo sostenido en el tiempo y que se han visto sorprendidos por la alta tasa de contagios de la nueva variante Ómicron.
De ahí, que no deje de sorprender el tono optimista del presidente del Gobierno, que, ayer, en un paréntesis de su viaje de partido a Barcelona, insistía en que la situación epidemiológica en nuestro país no puede compararse con la de otros socios europeos, gracias, por supuesto, a las altas tasas de vacunación que presenta la población española. Aún así, Sánchez ha adelantado la convocatoria de la conferencia de presidentes autonómicos y ha anunciado que se adoptarán medidas «compartidas» para hacer frente a la situación de emergencia. Es evidente que ni el tono ni el contenido del mensaje gubernamental se corresponde con la evidente preocupación que desprenden de los responsable autonómicos por el recrudecimiento de los contagios, seguramente, porque la percepción de la responsabilidad entre La Moncloa y las distintas comunidades no es equiparable.
De hecho, hace semanas que venimos asistiendo a la misma ceremonia de la confusión de oleadas anteriores, con los gobiernos regionales dejados a su suerte y, en buena parte, al albur de unas decisiones judiciales sobre la licitud de las medidas restrictivas a adoptar que casi nunca son coincidentes. Que los informes, elaborados en tiempo y forma, por los servicios de Emergencias del Ministerio de Sanidad, en los que se aconsejaba volver a las medidas de contención social, se hayan silenciado desde el propio Gobierno, sólo abona la preocupación de unos responsables autonómicos que demandan, cuando menos, unas directrices comunes, más aún, cuando las noticias que llegan de los países de nuestro entorno no mueven, precisamente, al optimismo, por más que Pedro Sánchez se aferre al mantra de nuestras tasas de vacunación. Todo ello, por supuesto, a menos de una semana de la Nochebuena, con la mayoría de las familias obligadas a decidir por su cuenta cómo afrontar tan señaladas fechas. Una vez más, España va a remolque del virus. Sólo cabe esperar, con el Gobierno, que esta oleada sea, efectivamente, menos mortífera que las anteriores.
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