Vacunación

Un año del hito científico en tiempos de Ómicron

Con todo, en estas semanas, la nueva variante y sus decenas de mutaciones han supuesto un brusco baño de realidad

Ha transcurrido un año desde que Araceli Hidalgo, una mujer de 96 años, recibía en Guadalajara la primera dosis de la vacuna contra el covid-19 administrada en España. Arrancaba un proceso a nivel europeo y mundial con toda la emergencia que demandaba una crisis sin precedentes. Doce meses atrás, se alcanzó la meta de una carrera científica convertida en un esprint y no en una prueba de fondo espoleada por un enemigo letal que hacía estragos. El insólito y extraordinario proceso en el que los expertos culminaron con el hallazgo del suero resultó un hito sanitario para la historia de la ciencia y de la humanidad. La dedicación de medios materiales y humanos y el esfuerzo público y privado que desembocó en la cura resultó emocionante y una prueba más de la capacidad del ser humano para sobreponerse y prevalecer. Hoy, es preciso enfatizarlo tantas veces como sean precisas, centenares de miles de personas viven en el planeta gracias a que las vacunas son una realidad desde hace un año y, obviamente, al ingente talento y trabajo que confluyó en esa misión salvadora. En plena sexta ola, con la irrupción de Ómicron y el contagio explosivo, es cuando se hace más perceptible el benéfico impacto de millones de dosis administradas que protegen y amortiguan la presión hospitalaria, la ocupación de las UCI o la mortalidad, lacerante en aquellos meses sin vacunas que hoy nos parecen alejados una eternidad. En esta carrera por inmunizar a los ciudadanos, España ha cumplido con creces hasta convertirse, más que en una referencia, en un ejemplo para el mundo. Pedro Sánchez definió ayer como un «éxito colectivo» el desarrollo de la campaña de vacunación contra la Covid-19 en nuestros país. Tiene razón, más allá de que el peso principal por cuestiones competenciales haya recaído en las comunidades. Estamos en la vanguardia mundial con el 89,8% de la población diana, el 79,7% del total de habitantes y el 100% de nuestros mayores con la pauta completa. Y seguimos. A una distancia considerable se han quedado potencias como Alemania, Reino Unido, Francia o Estados Unidos. Todos hemos respondido, desde las administraciones a los servicios sanitarios pasando por una ciudadanía absolutamente consciente y comprometida que no se dejó condicionar por mensajes conspiranoicos, trucos de chamán o bulos negacionistas. En ocasiones, los españoles incurrimos en derrotismos y nos infravaloramos sin fundamento, pero la verdad es que somos mejores que muchos e inferiores a muy pocos. Con todo, en estas semanas, Ómicron y sus decenas de mutaciones han supuesto un brusco baño de realidad. No hay que bajar la guardia. Es terrible recordar tanta sufrimiento y muerte entre los nuestros. Tenemos que ser conscientes de que la incertidumbre y los riesgos siguen ahí. Puede que no esté lejano el día en que se nos plantee la obligatoriedad de la inmunización. Pensemos que no hay derechos ilimitados y que los vacunados tienen los suyos.