Editorial

El valor añadido de la unidad en política

La primera fuerza de la oposición, la alternativa a la izquierda, debe acumular méritos e interiorizar de una vez que la unidad es un valor añadido que se debe preservar.

España encara en este 2022 un ciclo electoral de incierto desenlace conforme a la evolución de los estudios demoscópicos. Aunque las tendencias parecen significar una alternativa cada día más sólida a la coalición gobernante que dirige los destinos del país y a la mayoría frankenstein que la sostiene, no hay foto fija ni inamovible en las citas con las urnas que aguardan en el futuro. Tras el 4-M madrileño, y el categórico triunfo de Isabel Díaz Ayuso, el panorama político nacional se ha volteado para Pedro Sánchez. Desde entonces, los populares han encabezado todos los sondeos, con el viento a favor de unas condiciones propicias para el ejercicio de una oposición exigente y responsable ante el balance muy negativo de la gestión de la izquierda en el poder y el crecimiento exponencial de la contestación popular que ha sumado regularmente sectores productivos golpeados y muy movilizados contra las políticas erradas y extractivas de Moncloa. Pedro Sánchez y sus ministros se han mostrado constantes y hasta obstinados en la acumulación de deméritos, retratados en la peor gestión de la pandemia y la de la crisis económica entre los países industrializados. Pero la realidad es que sus expectativas en las proyecciones de intención de voto han mantenido aún posiciones relativamente robustas. Hay razones singulares para explicar que una tan deficiente gestión no se refleje de forma automática y de manera igualmente intensa en las encuestas. Y en este punto hay que mirar también a la oposición. En las últimas semanas, el PP se ha embrollado en un pulso interno sin sentido que ha desenfocado sus mensajes y sus prioridades ante los ojos atónitos de buena parte de un electorado desorientado. La barahúnda en torno a la suerte de la Presidencia del PP de la Comunidad de Madrid no ha favorecido las expectativas y ha evitado que se enfocara el debate político en las urgencias reales de los españoles, que son numerosas. Hay pocas singularidades que castiguen más a las organizaciones representativas que las discusiones intestinas que merman la imprescindible proyección de unidad que todo colectivo público requiere. La imagen de cohesión ofrecida ayer por el PP en torno a Isabel Díaz Ayuso en un acto informativo, que fuera definida como «el modelo de éxito» y sus políticas un plan a imitar, parece significar que los populares han comprendido que lo inteligente y sensato es que las batallas se den fuera y que el interés general se dirime en la confrontación contra el frente gobernante y sus políticas, en la que nadie sobra y todos están llamados a sumar hacia el único objetivo, poner fin a la etapa de Sánchez en la Presidencia. España necesita un cambio intenso, un giro de 180 grados en el rumbo que desaloje a los enemigos de la España constitucional que ocupan el poder. Para ello, la primera fuerza de la oposición, la alternativa a la izquierda, debe acumular méritos e interiorizar de una vez que la unidad es un valor añadido que se debe preservar.