Editorial
Un ariete separatista en el Parlamento
De la contumacia en las posiciones separatistas ya tenían sobrada noticia los españoles, no importa el lenguaje en el que se expresen.
Hace apenas un año, en junio de 2022 para precisos, el PSOE rechazó el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso con el argumento de que, en realidad, los proponentes trataban de utilizar mezquinamente los idiomas regionales para intentar confundirlos con el separatismo. Hay que dar fe, tras lo sucedido ayer en el Parlamento, de que por aquel entonces, que parece tan lejano, al portavoz socialista le asistía toda la razón.
En efecto, los representantes de Junts, Bildu y BNG, Míriam Nogueras, Mertxe Aizpurua y Néstor Rego, respectivamente, saludaron la novedad de los pinganillos como un ariete contra la unidad nacional y como el reconocimiento de hecho por parte de la Cámara de que España es un estado plurinacional, compuesto por naciones soberanas que, paso a paso, caminan hacia la libertad. «No vamos a tirar la toalla hasta lograr una Euskal Herria libre», dijo la diputada Aizpurua, sentada, precisamente, en un escaño en el que representa a la misma nación que supuestamente le «oprime».
Con todo, lo más significativo del espectáculo parlamentario de ayer, en el que se incluyó el número correspondiente del desprecio al propio reglamento de la Cámara, no es sólo el monumento a la incoherencia del PSOE, es que nadie, salvo el portavoz socialista José Ramón Gómez, puso en duda que exista otra causa en su cambio de postura que no sea el empecinamiento de su secretario general, Pedro Sánchez, en seguir al frente del Gobierno, pese a su derrota electoral. Con un problema añadido, que la erección de esta torre de Babel, tan artificiosa que no se considera necesaria la traducción a las otras lenguas vernáculas de las intervenciones que se lleven a cabo en castellano, parece que es sólo el primer pago de las exigencias contempladas en los acuerdos de investidura negociados por Pedro Sánchez con las formaciones nacionalistas.
Al menos, así se desprende de las afirmaciones, cargadas de seguridad, de algunos de los líderes independentistas más caracterizados, como Oriol Junqueras, que dan por hecha la concesión de una amnistía a los golpistas procesados por la intentona del primero de octubre de 2017, como antesala a un referéndum de autodeterminación. Por lo demás, hay que confiar en que la propia dinámica que impondrá la realidad, la de que existe una lengua común que conocen y manejan con soltura todos los diputados del Congresos, acabará por dejar todo este embrollo en un caro divertimento a la mayor gloria de los nacionalistas.
Porque de la contumacia en las posiciones separatistas de formaciones como Bildu, Junts o el BNG ya tenían sobrada noticia los españoles. Y no importa el lenguaje en el que se expresen quienes, hoy por hoy, tienen en sus manos la investidura del candidato socialista, sino hasta qué punto costará mantenerle en La Moncloa.
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