Editorial
Sánchez debe aceptar la mano de Feijóo
Los socialistas se arriesgan a llegar con la polémica en carne viva hasta mediados de abril, con la campaña de las municipales y las autonómicas a pleno rendimiento.
Una vez que parece claro que los socios comunistas del Gobierno no están por la labor de hacerle las cosas fáciles al inquilino de La Moncloa con la contrarreforma de la ley del «sí es sí», convendría al PSOE aceptar la mano tendida del Partido Popular y despejar del inmediato horizonte electoral el escándalo de las reducciones de condena y las excarcelaciones de los delincuentes sexuales. De lo contrario, se arriesgan los socialistas a llegar con la polémica en carne viva hasta mediados de abril, con la campaña de las municipales y las autonómicas a pleno rendimiento, y bajo la espada de Damocles de que alguno de los violadores excarcelados, –van 28, según los recuentos parciales de las distintas comunidades autónomas– reincida con el consiguiente impacto en la opinión pública.
Por supuesto, las rebajas de penas seguirán produciéndose a media que los distintos tribunales resuelvan las demandas de revisión a la luz del nuevo baremo de condenas del Código Penal, pero, a nuestro juicio, no es lo mismo que los contadores de delincuentes beneficiados sigan sumando si desde el Gobierno se ha hecho lo posible por rectificar el error, que si se mantiene el enfrentamiento abierto con los ministros de Podemos.
Y, desde luego, los socialistas no deberían caer en el error de aceptar como verdad revelada los datos de intención de voto que proporciona el CIS de Tezanos, en el que se pronostica un mayor desgaste de los podemitas por el asunto, del que se beneficiaría el PSOE, entre otras cuestiones, porque el resto de las encuestas advierte de que ese supuesto trasvase de votantes no es suficiente para paliar la caída global de la izquierda.
Se argüirá que aceptar el apoyo de los populares para enmendar la plana a sus socios no deja de ser una carga de profundidad contra la estrategia frentista impulsada desde La Moncloa, pero, aun siendo cierto, mucho más grave es para las expectativas socialistas seguir desoyendo el clamor social que ha levantado la ley y que, dicho sea de paso, comienza a articularse en torno a las demandas de reparación de algunas de las víctimas de los violadores liberados. Ahora bien, lo que no puede esperar el Gobierno es que el apoyo brindado públicamente por el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, vaya a salir completamente gratis.
En primer lugar, porque la ley del «sí es sí» presenta problemas de fondo que van más allá de la gradación de las penas y que versan sobre principios fundamentales del Derecho como son la presunción de inocencia y la carga de la prueba, y, después, pero no menos importante, porque votantes del Partido Popular no entenderían que Núñez Feijóo le sacara las castañas del fuego a cambio de nada a un presidente del Gobierno que viene rechazando cualquier forma de acercamiento con la oposición parlamentaria que, prácticamente, representa a la mitad del país.
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