Educación
Formación por placer más allá de los 40 años
Los adelantos de la medicina, el llamado estado del bienestar y las jubilaciones anticipadas han dado como resultado una pirámide poblacional invertida y que los occidentales contemporáneos disfrutemos de aproximadamente unos 30 años más durante los cuales ya hemos culminado nuestra trayectoria profesional, pero continuamos en plenitud de forma física y mental.
La vida ha cambiado. Los adelantos de la medicina, el llamado estado del bienestar y las jubilaciones anticipadas han dado como resultado una pirámide poblacional invertida y que los occidentales contemporáneos disfrutemos de aproximadamente unos 30 años más durante los cuales ya hemos culminado nuestra trayectoria profesional, pero continuamos en plenitud de forma física y mental.
Esto además a menudo coincide, en el ámbito personal, con el llamado “síndrome del nido vacío” (sensación general de soledad que los padres u otros tutores pueden sentir cuando uno o más de sus hijos abandonan el hogar) por lo que pasamos, de tener empeñado prácticamente cada minuto de nuestro tiempo, al vértigo de ¿y qué hago yo ahora con mi vida?
Nos encontramos por tanto ante una situación completamente nueva y que requería de nuevas soluciones; y, como respuesta a esta necesidad social, surgieron en Francia con gran éxito en los años 70 las llamadas Universidades de Mayores.
La primera iniciativa de formación universitaria para personas mayores tuvo lugar en Toulouse (Francia) en 1973. Desde entonces hasta hoy, en España ya contamos con 71 universidades de mayores y prácticamente podemos decir que “están de moda”. Pero pocos saben con exactitud qué es una universidad de Mayores.
Las universidades Senior reciben diferentes denominaciones: Universidad Tiempo Libre, Universidad Abierta, Universidad de Todas las Edades, Nau gran, Universitat para la Gen Gran, Aulas de la Experiencia, Senior Studies, Long Life learning, University of All Ages, Scientific Continuing education for Older Adults, Ongoing Studies for the Elderly…..
Tampoco hay uniformidad en los Programas Universitarios para Mayores en cuanto a su estructura y organización. Algunos autores (1) distinguen 3 modelos: el Modelo francés: programas diseñados por las universidades, estructurados en cursos académicos y contabilizados con créditos. Es la forma más presente en la mayor parte de Europa (Francia, Italia, Alemania, y España, entre otros países). El Modelo británico o modelo de Cambridge (Open University), que habitualmente depende de los Ayuntamientos o municipios, y ofrece un amplio abanico de actividades educativas y culturales. Promueve la participación de los adultos y cuenta con voluntarios para organizar y administrar el programa. Este modelo se encuentra bastante más extendido en EE.UU. que en Europa. Finalmente, algunos países desarrollan un modelo híbrido o mixto que incorporan aspectos de los dos modelos anteriores, esto es, apoyo institucional desde la universidad combinado con actividades comunitarias y acciones para promover el aprendizaje de los adultos y la participación.
En España, por “Universidad de mayores” normalmente se entiende un centro adscrito a una Universidad, pero cuya formación generalmente es no reglada, es decir, de contenidos no marcados oficialmente por el correspondiente Ministerio, por cuanto los alumnos asisten ella por el placer de aprender y no para el desarrollo de una carrera profesional.
Las hay públicas y privadas, con exámenes o sin ellos. Hay universidades con programas propios exclusivos para los Senior; otras que simplemente ofrecen en sus grados “junior” algunas plazas para alumnos senior y un tercer grupo que es un mix de los 2 anteriores, ofertando algunas plazas para alumnos senior en determinados grados oficiales, pero completando su programa con algunos cursos o asignaturas exclusivos para mayores.
En cuento al alumnado, poca gente sabe que es bastante habitual que los alumnos de las universidades de mayores sean licenciados y vuelvan a la universidad exclusivamente por placer; pero también los hay que en su día no pudieron estudiar por diferentes situaciones (el caso típico es el de la mujer española de más de 60 años: en su día era infrecuente que asistiera a la Universidad) y es en la madurez cuando pueden hacerlo.
El abanico de edades del alumnado tampoco es menos amplio, abarcando de los 40 a los más de 90 años.
Pero lo que todas las universidades senior tienen en común es el perfil personal de sus alumnos: los alumnos que asisten a una universidad de mayores son alumnos interesados e interesantes, porque son siempre personalidades con inquietudes culturales. Buscan mantenerse activos intelectual y físicamente. Buscan también continuar aprendiendo (o recordar lo aprendido). Eso sí: de una forma relajada y placentera; estar “en la cresta de la ola” de todo lo nuevo que va surgiendo, comprender el mundo que les rodea (nuevas tecnologías, nuevas ideas…) y trabar nuevas amistades con las que compartir esas inquietudes.
Es habitual escuchar a nuestros alumnos “a mí la Senioribus me ha dado la Vida”; “Para mí esto es una auténtica terapia”. Y ciertamente, lo es: está comprobado clínicamente que las personas que permanecen activas intelectualmente tienen mayor calidad de vida, son más independientes, tienen más iniciativa y se relacionan y comunican mejor.
Y es que es importante mantener el cerebro activo. El Neurólogo Varela de Seijas nos decía en una reunión que “los programas como éste crean ilusiones y motivaciones. Reverdecen la memoria de conceptos que se tenían aparentemente olvidados. Ocupan el tiempo en tareas útiles intelectuales y permiten el pensamiento en grupo, fortaleciendo las relaciones sociales. Todo ello repercute favorablemente sobre el comienzo y desarrollo de las demencias, comportándose como un elemento ralentizador del grado y profundidad de los mismos”.
A quienes objetan (no sin cierta razón) ¿cómo puede un centro educativo denominarse “universidad”, si los alumnos no se examinan? Yo les explico que nuestros alumnos vienen a la Universitas Senioribus CEU no por un interés económico; ni tan siquiera por un interés curricular. Vienen porque de verdad quieren aprender y encuentran en ello un gran placer. Es un ocio inteligente. No es necesario examinarles porque no han de probar haber adquirido unos conocimientos, puesto que no van a emplearlos para un desempeño profesional. Ni siquiera tiene sentido pasar lista, como no sea para detectar algún alumno que se haya “colado de rondón” en alguna asignatura en la que no esté matriculado.
Estas universidades son por ello “el Paraíso” del profesor. Pero no se equivoquen: por la misma razón, también es el alumnado más exigente que existe. Al no tener el imperativo de aprobar, este alumnado no tiene reparos en mostrar con franqueza su opinión cuando considera que la excelencia académica no ha respondido a sus expectativas.
Es el mundo de las universidades de mayores como un mundo deliciosamente al revés, donde los alumnos evalúan a los profesores (no al revés), pelean por sentarse cerca del profesor en las primeras filas (no en las últimas) y están deseando que concluyan las vacaciones para volver.
Un mundo en el que los alumnos, de verdad, quieren aprender. ¿Acaso no es esto la Universidad en su estado más puro?
María García-Carrillo Ara
Licenciada en Prehistoria y Arqueología
Directora de la Universitas Senioribus CEU
(1) VILLAR POSADA, Feliciano (Convocatoria 2006). “Evaluación de programas universitarios para mayores: Motivaciones, dificultades y contribuciones a la calidad de vida demanda y prestación de cuidados en el seno familiar”. Madrid. Estudios de I+D+I, nº 50. [Fecha de publicación: 18/03/2010].
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