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Adiós al Nuevo Laborismo

La Razón
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La elección de Ed Miliband como nuevo líder laborista el pasado sábado supone un punto y aparte en la estrategia del partido. Tras la derrota sufrida el pasado mayo, el centro izquierda británico comenzó su travesía del desierto tras trece años en el poder huérfano de un líder.

Los hermanos Miliband eran los principales candidatos para hacerse con las riendas del partido tras la dimisión de Gordon Brown. Pero David y Ed se hallaban en las antípodas ideológicas. Cada uno representa un camino distinto y contradictorio. Mientras David, ex ministro de Asuntos Exteriores y cercano al ex primer ministro Tony Blair, proponía mantener el giro al centro que inició éste en 1994, Ed, ex ministro de Medio Ambiente y hombre de Brown, quería recuperar la esencia del laborismo.

Tanto diputados como militantes laboristas votaron a favor del hermano mayor y de la contuinidad del blairismo. Pero los sindicatos, que nunca creyeron en el nuevo rumbo adoptado por el Nuevo Laborismo, dieron su respaldo al hermano menor de los Miliband.

El sorpresivo y ajustado resultado de las primarias (50,65%), ha sorprendido tanto dentro como fuera del partido. El primer sorprendido fue David Miliband, que vio cómo se le escapaba de la manos una victoria que todos daban por segura. Quizás estos días se ha arrepentido de no haber dado un golpe de timón durante las numerosas revueltas internas que sufrío Brown entre 2007 y 2010. Entonces, pese a ser uno de los favoritos para suceder al escocés, Miliban se mantuvo fiel al primer ministro, consciente de que más pronto que tarde llegaría su hora.

Los duros planes de ajuste que anuncia el Gobierno conservador-liberal de David Cameron hacen muy fácil un discurso izquierdista por parte de los laboristas, que podrán culpar al Ejecutivo de falta de sensibilidad social. Pero, ¿será suficiente para ganar unas elecciones? Difícilmente los laboristas se convertirán en alternativa de Gobierno con un discurso a favor de la subida de impuestos y las huelgas con las que amenazan los sindicatos. De seguir esa línea, los laboristas retrocederían a los duros años ochenta, pues recuperarían el electorado más a la izquierda, pero perderían a los votantes centristas que les dieron tres mayorías absolutas consecutivas.

A sus 40 años, Ed Miliban cuenta con varias bazas a su favor. Es un dirigente joven, de otra generación. Sus críticas a la guerra de Irak, por ejemplo, le pueden reconciliar con antiguos votantes laboristas desencantados. Ha prometido reformar al partido, pero con la ayuda de todos. Por ahora, su hermano David ha preferido hacer mutis por el foro para no influir en su hermano, aunque no descarta volver a la política en el futuro.