El Euroblog
El euro, un paraguas para protegerse de la crisis
El pasado 1 de enero la moneda única europea, el euro, cumplió su décimo aniversario en medio de la recinte crisis económica internacional. El euro circula actualmente en deiciséis de la UE-27 (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Finlandia, Irlanda, Malta, Chipre, Eslovenia y Eslovaquia). En los once países que conservan su moneda nacional, sin embargo, las cosas empiezan a cambiar rápidamente como consecuencia de la crisis financiera.
Así, en Dinamarca y Suecia, que decidieron quedarse al margen de la moneda única a pesar de estar preparados económicamente, la clase política reconoce que con el euro estarían mejor resguardados de los efectos de esta recesión. La depreciación de la corona danesa, por ejemplo, ha obligado al Gobierno de Ander Fogh Rasmusen a ofrecer un futuro referéndum sobre el ingreso en la moneda única. La primera consulta, celebrada en 2000, se saldó con un sonoro fracaso para el Gobierno, que había apostado abiertamente por la integración.
Incluso en la euroescéptica Gran Brataña, donde la libra esterlina simboliza la sacrosanta soberanía nacional, el viento sopla a favor de la Eurozona. Durante el último año la moneda británica se ha depreciado hasta rozar la paridad con el euro. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se mostró convencido en noviembre de que la libra está cada vez más cerca del euro porque la "gente que cuenta"(lease empresarios y políticos) es más favorable.
A pesar de que el Gobierno laborista de Gordon Brown negó la mayor rápidamente, no pudo negar la evidencia. La economía británica es una de las más afectados por la crisis bancaria e inmobiliaria en la UE y la libra, nacida en 1694, ya no es la moneda-refugio que fue otrora. En cualquier caso, el acercamiento a la Zona Euro será lento por la oposición de la mayoría de británicos (70%) a abandonar una de sus señas nacionales.
Entre los recién llegados a la UE tras la última ampliación, el euro no parece ser tan malo como pensaban. Hungría, Polonia y República Checa han descubierto en toda su crudeza los efectos financieros que implica tener una divisa débil. La UE se ha visto obligada a otorgar a Hungría, que junto con Islandia, ha sido uno de los países más damnificados por los vaivenes financieros, una ayuda urgente de 6.500 millones de euros. El Gobierno checo, por su parte, ha prometido anunciar en noviembre su posición sobre una enventual integración en el sistema de cambios europeo.
E Islandia, precisamente, es el paradigma de las bondades de permanecer bajo el paraguas del euro. La isla volcánica, más cerca del Polo Norte que del Viejo Continente, ha visto cómo explotaba la burbuja financiera en la que había estado viviendo desde los noventa. Celosa de su independencia y de su riqueza marina, Reikiavik rechazaba integrarse en la UE. Ahora, una vez que la crisis bancaria ha puesto al país al borde la bancarrota, la población y sus autoridades desean unas negociaciones de adhesión rápidas. Este cambio de actitud ha sido bien recibido en Bruselas, donde la Comisión Europea prevé que Islandia podría ser miembro de la UE en 2011.
Todos estos casos demuestran que, como afirma Barry Eichengreen, profesor de Economía de la Universidad de Berkeley, el euro "es el claro ganador de la actual crisis". Según "Financial Times", la moneda única, que en una década se ha apreciado alrededor un 20% respecto al dólar, podría robarle su hegemonia internacional dentro de cinco años.
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