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El mal debut húngaro al frente de la UE

La Razón
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En medio de las turbulencias que vive el euro, Hungría asumió el 1 de enero la Presidencia semestral de la UE con una agenda ambiciosa centrada en la economía, la principal preocupación de los europeos. Sin embargo, los buenos propósitos magiares fueron eclipsados pronto por una draconiana Ley de Prensa que también entró en vigor en Año Nuevo.

La legislación aprobada por el Gobierno conservador de Viktor Orban restringe, en opinión de la OSCE y el Instituto Internacional de Prensa (IPI), la libertad de expresión en Hungría. La norma prevé multas de hasta 730.000 euros para los medios que publiquen noticias consideradas "de mal gusto"y "poco objetivas". Por si fuera poco a quien corresponde decidirlo es a un Consejo de Medios cuyos cinco miembros pertenecen al partido oficial, el FIDESZ. Además, se obliga a los periodistas a revelar sus fuentes en cuestiones de seguridad nacional y ha sido reducida a una tercera parte la plantilla de la radiotelevisón pública.

La ley no ha dejado de provocar críticas entre otros Estados miembros de la UE, que recuerdan a Budapest que el país que ostenta la Presidencia rotatoria debe dar ejemplo de los valores europeos. La Comisión Europea puso pronto cartas en el asunto y ha iniciado una investigación sobre la polémica norma. Si concluyen que es contraria a la legislación comunitaria, abrirán un procedimiento contra Hungría.

Ante tanta crítica dentro y fuera de su país, el primer ministro magiar no ha tenido más remedio que mostrarse abierto a modificar la Ley de Prensa si fuera necesario, pese a insistir en que es la trasposición de una directiva europea y acusar a los críticos extranjeros de no haber leído el texto.

Sea como fuere, este episodio se suma a la reciente decisión del Gobierno conservador de imponer un impuesto de crisis a las multinacionales europeas que operan en Hungría. Ya en diciembre, Budapest dejó descolocados a los mercados al decidir rescatar 10.700 millones de euros de los fondos de pensiones privados para reducir el déficit público. En respuesta, la agencia Moody's ha rebajado la calificación de la deuda húngara.

Todas estas decisiones han manchado la imagen de Hungría en sus dos primeras semanas al frente de los Veintisiete. El Gobierno Orban parece empeñado en aparecer como un líder nacionalista del siglo XIX. Sin embargo, aún es pronto para calificar un mandato que acaba de empezar y concluye el 30 de junio. Seguramente, nos aguardan muchas sorpresas.