El Euroblog
Más nombres que cargos
A dos días de que los veintisiete líderes europeos acudan a Bruselas para decidir los nombres del presidente permanente de la UE y del "superministro"de Asuntos Exteriores, permanece la incertidumbre sobre quiénes serán los elegidos. Como lamentó ayer la ministra Sueca de Asuntos Europeos, Cecilia Malmström, "sigue habiendo más nombres que cargos".
Los teléfonos de los Gobiernos y las Cancillerías europeas echan chispas estos días. Nadie quiere asumir el fracaso que supondría acabar la cena del jueves sin dos nombres encima de la mesa, pero tampoco se han hallado candidatos que reúnan el consenso suficiente. Sólo el primer ministro belga, el gris Herman Van Rompuy, parece contar con el apoyo de un gran número de países, especialmente el eje francoalemán, que rechaza una figura de fuerte personalidad que les robe protagonismo.
La dificultad para hallar a "Mr Europa"y "Mr. Pesc"no estriba en el creciente número de candidatos oficiosos para ambos puestos, sino en los criterios geográficos, políticos, demográficos y de género que deben cumplir. La historia del proceso de construcción europea es un eterno ejercicio de equilibrios entre países grandes y pequeños, norte y sur, hombre y mujer, católicos y protestantes, y socialistas y conservadores.
Como la Comisión Europea y el Parlamento Europeo son ocupados por dos hombres del centro derecho, el presidente de la UE o el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común debe proceder de la familia socialista. La izquierda europea quiere para sí la diplomacia comunitaria, que con el Tratado de Lisboa gana en peso y presupuesto. Por su parte, el centro derecha, mayoritario en el Parlameto Europeo y entre los Gobiernos de los Estados miembros, desea garantizarse la Presidencia.
Ante la falta evidente de paridad en la cúpula de la UE, hay muchas voces, entre ellas las del polaco Jerzy Buzek, presidente de la Eurocámara, que reclaman que al menos uno de los dos puestos en liza sea ocupado por una mujer.
A tenor de las declaraciones efectuadas por los Gobierno europeos, se puede inferir que para presidente de la UE se busca a un dirigente conservador procedente de un país pequeño, lo que coloca al belga Rompuy, al holandés Jan Peter Balkenende, al luxemburgués Jean-Claude Juncker, y al ex canciller austriaco Wolfgang Schüssel en buenas posiciones de salida. En cambio, para el puesto de Alto Representante el perfil buscado es el de un dirigente socialista con experiencia internacional procedente de un país gobernado por el centro izquierda. El escaso número de países miembros con Gobiernos progresistas reduce en exceso el número de aspirantes. Hoy en día, sólo Portugal, España, Reino Unido, Grecia, Eslovaquia, Austria y Eslovenia cuentan con primeros ministros socialistas, lo que ha aumentado las opciones del británico Davil Miliband y el español Miguel Ángel Moratinos.
Excepto en Francia, donde Sarkozy acostumbra a pescar en el río revuelto del campo socialista, resulta poco realista que el Gobierno conservador acepte ceder su puesto en la Comisión Europea (el Alto Representante será también vicepresidente del Ejecutivo comunitario) a un dirigente de la oposición. Sólo el ex ministro de Exteriores con Angela Merkel durante la "Gran Coalición", el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier podría ser la excepción que confirma la regla.
Sin embargo, todo esto es pura especulación. Los Veintisiete pueden pactar un presidente de un gran país y socialista y el cubo de Rubik en el que se ha convertido la UE volverá a girar una vez más. "Quedan tres días, y eso es mucho tiempo... una eternidad en política", recuerda sabiamente el ministro sueco de Asuntos Exteriores, Carl Bildt. En todo caso, el sistema oscurantista y a puerta cerrada con el que que se va a designar los nuevos cargos comunitarios no ayudará a acercar la Unión Europea a los ciudadanos europeos. Confíemos en que en próximas ocasiones los Veintisiete lo sepan hacer mejor.
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