El Euroblog
Suecia marca el camino en Palestina
Frente a los que calificaban de inútil y prematuro el reconocimiento del Estado palestino por Suecia el 30 de octubre, el paso adelante del nuevo Gobierno socialdemócrata ha avivado el debate en toda Europa. El Parlamento español se pronunció en la misma línea el 18 de noviembre y el francés y el danés le secundarán en breve. Hasta entonces, Islandia era el único país de Europa occidental que había reconocido a Palestina, mientras que Bulgaria, Chipre, República Checa, Hungría, Malta, Polonia y Rumanía lo habían hecho antes de ingresar en la Unión Europea. Y es que esta declaración no compete realmente a las instituciones comunitarias, sino que debe ser una decisión nacional de cada Estado miembro. Es el caso, por ejemplo, de la ex provincia serbia de Kosovo, que aún no es reconocido por España, Grecia, Chipre, Hungría y Rumanía por miedo a alentar el separatismo en sus propias fronteras.
Favorable a desbloquear el proceso de paz en Oriente Medio, la nueva Alta Representante de Política Exterior de la UE, la italiana Federica Mogherini, se ha comprometido a reconocer a Palestina como Estado durante su mandato, que concluye en 2019. Un horizonte demasiado largo que contrasta con las situación sobre el terreno, que, como teme el ministro español José Manuel García-Margallo, amenaza la viabilidad de la opción de dos Estados (Palestina e Israel) que defiende la comunidad internacional.
Para la ministra de Asuntos Exteriores sueca, Margot Wallström, “se dan los criterios del Derecho Internacional para el reconocimiento del Estado palestino. Hay un territorio, una población y un Gobierno”. Descripción que no parece ser suficiente para su homólogo israelí, el ultraderechista Avigdor Lieberman, que no ha parado de descalificar la iniciativa de Suecia y amaga con retirar a su embajador de Estocolmo. “El Gobierno sueco debe entender que las relaciones en Oriente Medio son algo más complejas que las instrucciones de un mueble de IKEA”. Ironía a la que respondía Wallström recordando a Lieberman que estaría encantada de enviarle un mueble para que descubra por sí mismo que “para poner todas las partes juntos, lo primero que se necesita es un compañero”.
Bromas aparte, lo cierto es que Europa no puede quedarse de manos cruzadas mientras se deterioran día a día las posibilidades de un acuerdo de paz entre dos pueblos que están condenados a entenderse. La sistemática construcción de asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este harán de Palestina un territorio sin continuidad territorial sin viabilidad posible como Estado. Algo que parece ser la intención última de Tel Aviv. Ante esta política de hechos consumados, los Veintiocho no pueden limitarse a a condenar los asentamientos, sino recurrir a su condición de principal socio comercial de Israel y amenazarle con sanciones económicas. Este instrumento fue clave, por ejemplo, para acabar en Suráfrica con el régimen del Apartheid y ha demostrado que solivianta a las autoridades israelíes, que pusieron el grito en el cielo cuando este año la UE decidió suspender toda ayuda europea a entidades israelíes radicadas en los territorios ocupados o importar productos israelíes producidos allí. Ya es hora de obligar a Israel a mover ficha.
pgarcia@larazon.es
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