Estreno
«El médico alemán»: El mal sin riesgo
Dirección y guión: Lucía Puenzo. Intérpretes: Álex Brendemühl, Diego Peretti, Natalia Oreiro, Elena Roger. Argentina-España-Francia-Noruega, 2013. Duración: 93 minutos. Drama.
¿Qué ocurriría si Mengele se infiltrara en un pueblo de montaña, allá por los años cincuenta, en esa Patagonia que, colonizada por los fugitivos nazis, sentía una censurable simpatía por la perpetuación de la raza aria? «El médico alemán» se nos presenta como un «thriller» de suspense histórico, en el que Lucía Puenzo cede a la tentación del revisionismo para sacar a la luz uno de los episodios más negros de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Lo hace no tanto para utilizar esa fuga de cerebros siniestros como lógico precedente de la dictadura militar de Videla sino para informarnos de que el mal no es patriota, y se adapta como un guante a quien quiera refugiarle, en este caso una familia con niña alta y de ojos azules que parece una perfecta víctima para los sueños de Mengele.
El tema es droga dura, y uno se imagina lo que podría haber hecho el Fritz Lang de «El doctor Mabuse» con semejante material. Sorprende que Puenzo no sea capaz de ser tan rigurosa cuando tiene que ponerse en el lugar de una preadolescente fascinada por el mal absoluto. La figura de Mengele impone –a pesar de que Brendemühl lo encarna desde un solo registro– y debilita todo lo que está a su alrededor: hay algo de epidérmico en la pulcritud de la película, en la falta de riesgo, en la contención un tanto pacata con que revisita los experimentos genéticos del Ángel de la Muerte, y los compara con la producción en cadena de una muñeca de ojos de cristal.
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