Crítica de cine
«El vuelo»: Una turbulenta historia
Director: Robert Zemeckis. Guión: John Gatins. Intérpretes: Denzel Washington, Don Cheadle, Kelly Reilly, John Goodman, Melissa Leo. EE UU, 2012. Duración: 138 minutos. Drama.
¿Hay valores seguros en Hollywood? Sí, varios; ejemplos prácticos de lo antes dicho: Robert Zemeckis, hábil e inteligente artesano que por mor de unas taquillas repletas se sobrevalora en más de una ocasión (con excepciones, como la saga de «Regreso al futuro», una delicia), y Denzel Washington, un sólido, carismático actor que sabe muy bien, sin embargo, y cuando el trabajo es meramente nutricio, cómo «poner el piloto automático». No es el caso de «El vuelo» (aunque lo de antes parezca un chiste fácil), donde encarna a un alcoholizado profesional aéreo de manera sobria y eficaz, sabedor de que el asunto podía desmoronarse en manos de otro intérprete histriónico o menos dotado interpretativamente hablando. En las antípodas, pues, del Cage terminal y legañoso de «Living Las Vegas», no lo tenía fácil Washington tampoco: tras su potentísimo arranque de media hora, con ese accidente rodado de manera impecable que sufre el avión minutos después de que el protagonista se despache dos botellitas de vodka, Zemeckis comienza a tejer una historia de ritmo turbulento y elocuente pozo ético y moral (aunque estuviera bebido, ¿es lícito tachar de culpable al hombre que ha conseguido evitar una tragedia todavía mayor? Definitivamente, sí, siempre), lo que la desvincula de manera total de obras magistrales sobre la tiránica relación de los humanos con la bebida y la desliza hasta un suelo más contemporáneo y conocido. Divorciado, y sin comunicación alguna con su único hijo, Whitaker camina hacia la autodestrucción, aunque no caiga apenas en ello, mientras una ex drogadicta intenta inútilmente redimirlo y un divertidísimo John Goodman, el único elemento có- mico de este velado melodrama, tienta al cliente con rayitas de cocaína. El final, sin embargo, y por mucho que el propio Zemeckis se resista, está cantado, que Washington da siempre bastante confianza aunque lleve una petaca en el bolsillo.
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