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Bildu, ante su retrato de Dorian Gray

La Razón
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Se acabó lo que se daba. Aquello que vendieron de que traían la paz, que ETA se había acabado y que venían a salvar al País Vasco (y de paso a su enemiga España) se ha demostrado como una consumada mentira. Y para colmo, no saben gestionar las instituciones que consiguieron con semejante ardid. EH Bilbu se ha encontrado con su particular retrato de Dorian Gray y, a diferencia de lo ocurrido en comicios de otros tiempos, sin la amenaza de su particular «primo de zumosol» (ETA), los ciudadanos le han colocado en su sitio. Según los datos escrutados a la hora de cierre de esta edición, los «bildutarras» perderían el Ayuntamiento de San Sebastián y, muy probablemente, la Diputación. Espectacular es también la pérdida de un feudo tradicional de los proetarras como Mondragón, que ha pasado a manos nacionalistas. Ha ocurrido lo mismo en Zarauz, Guernica, Lequeitio y tantos otros. El gran beneficiado es el PNV, al que sólo le bastan los votos del PSE-PSOE. No hay que olvidar el pacto que firmaron ambos partidos el 16 de setiembre de 2013. Los nacionalistas nunca han ocultado la comodidad que les produce gobernar con los socialistas, como socios «naturales».

Las consecuencias del batacazo son difíciles de predecir, ya que el anuncio del supuesto fin de la «actividad» armada lo acordó ETA porque se le dijo que de esta manera iban a conseguir muchas más cosas que con las pistolas y las bombas en la mano. En lo político es cierto que no les ha ido mal en estos últimos cuatro años, pero en las otras reivindicaciones que había puesto sobre la mesa (presos, huidos, salida de las Fuerzas de Seguridad, etcétera) no han conseguido absolutamente nada. En el último comunicado, la banda se felicitaba de la política que seguía su «brazo político» y parecían unos más, aunque destacados, de los crédulos de que se caminaba con paso firme y marcial hacia la construcción de su soñada «Gran Euskal Herria». Lo que estén pensando en estos momentos es un enigma, pero tiene que dolerles no sólo haber perdido los grandes feudos que controlaban, sino de haber pasado de ser imprescindibles y una referencia a unos más con escasísima influencia. Ni en Vitoria capital, donde Maroto se ha convertido, como alguien decía anoche, en el «flotador del PP» en el País Vasco, ni en la Diputación de Álava, los votos de Bildu son condicionantes. Cuatro añitos a seguir pisando «moketa» (se supone que al menos a algunos les retirarán el coche «oficial») y los presos en la cárcel. A éstos se les podría aplicar el epíteto del popular humorista José Mota, pero bastante tienen con lo que les ha caído. Tanto que clamaban por la «normalización» del País Vasco, pues ahí está la normalidad, cuando los ciudadanos han podido votar en libertad y sin amenazas. De tanto mirarse en el retrato que tenían delante, en el que se veían estupendos, no se apercibían, como en el de Gray, de cómo la realidad de la cochambre iba apareciendo. Aunque, todo hay que decirlo, no les viene mal.