Política

Rivera y Sánchez se desmarcan del tripartito

Rivera e Iglesias se estrenan en una recepción marcada por los pactos y las encuestas. Rajoy considera el pacto anti-PP un «error» no democrático

Pablo Iglesias junto a Andres Herzog y Albert Rivera
Pablo Iglesias junto a Andres Herzog y Albert Riveralarazon

Rivera e Iglesias se estrenan en una recepción marcada por los pactos y las encuestas. Rajoy considera el pacto anti-PP un «error» no democrático

El 37º aniversario de la Constitución logró ayer que la campaña electoral de todos los partidos políticos recalara en el Congreso de los Diputados. El discurso sobre la actualización y reforma de la Carta Magna no cobró todo el protagonismo esperado, y fue la aritmética de pactos la que centralizó los corrillos, ante la inminencia de las elecciones generales y lo fragmentado que se anticipa su resultado. La irrupción de los emergentes en el arco parlamentario, que arrojarán las urnas, vino ayer precedida por la presencia de sus líderes: Albert Rivera y Pablo Iglesias, que se estrenaban en una recepción de estas características. Y como de su mano vendrá la llave de la gobernalidad, con ellos llegaron también las cábalas.

Nadie quiere hablar a estas alturas de la campaña de ningún escenario –aunque lo contemple– que no le sitúe como primera fuerza, pero lo ajustado de los datos que apuntan las encuestas y la necesidad de alcanzar acuerdos cernió la sombra del tripartito sobre el Día de la Constitución. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, advirtió a su llegada a la Cámara Baja de que un pacto de estas características y «a estas alturas» sería «un error no ajustado a los parámetros democráticos». El jefe del Ejecutivo volvió a garantizar que él sólo formará gobierno si gana las elecciones, porque esto es lo que ha ocurrido siempre –desde 1978– y porque cree en la democracia.

Los recelos respecto al pacto «anti-PP» se dirigen, sobre todo, hacia el PSOE, después de que varias informaciones apuntasen a una alianza de perdedores liderada por Sánchez. Un supuesto que en Ferraz dicen no contemplar y así lo volvió a reiterar ayer el líder socialista, que «aclaró» que él nunca ha hablado de un pacto a tres, aunque sí se ofreció a articular un «programa común» con otras formaciones si gana las elecciones. «Gobernaré tendiendo la mano a todos», destacó. La polémica, que supone un grave error de estrategia en los albores de la campaña, puede generarle también problemas internos al líder socialista, si bien él niega que haya tenido que dar explicaciones dentro su partido. Sin embargo, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, lanzó ayer un mensaje a navegantes, señalando que «quien piensa en los planes B es que no confía en que los planes A salgan adelante».

También Albert Rivera tuvo que posicionarse sobre una eventual política de pactos, aunque prefirió eludir este asunto y apuntar que existe una «operación para salvar al soldado Sánchez» orquestada por PP y PSOE para perjudicar sus intereses. El líder de Ciudadanos asumió este protagonismo a raíz de la entrevista publicada por LA RAZÓN, en la que dejó abierto el escenario de una eventual alianza con Sánchez e Iglesias, pero sin renunciar al programa con el que concurre al 20-D, porque no será presidente «a cualquier precio». Tampoco Pablo Iglesias quiso entrar en la dinámica de pactos e intentó desplazar la carga de la pregunta a Rivera, preguntándole si será él quien esté dispuesto a «hacer presidenta del Gobierno» a Soraya Sáenz de Santamaría, con la que él mismo define como «operación Menina». No obstante, Iglesias no aboga por que gobierne la lista más votada, al considerar que tratándose –el español– de un sistema parlamentario y no presidencialista, lo importante es el número de apoyos.

El hecho de que las alianzas postelectorales hayan acaparado la actualidad informativa obedece a la reciente publicación del barómetro del CIS, que augura que el PP volvería a ganar las elecciones a ocho puntos de un PSOE amenazado por Ciudadanos. Desde el Gobierno confían en que el PP sea el partido más votado, aunque Rajoy no quiso pronosticar quién podría ser la segunda fuerza. «Está todo abierto», dijo. En una conversación informal con los periodistas el presidente señaló que «no firma» lo que auguró el CIS y que confía en llegar al 30% de los votos. «Voy a trabajar para ello, estoy en ello», destacó. Rajoy saludó a Rivera e Iglesias, pero no coincidió con Pedro Sánchez y no quiso pronunciarse sobre cuál de los tres era el rival más fuerte. «Me caen todos bien», bromeó. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría encajó con buen talante que el candidato de Podemos hable de la «operación Menina» para hacerla presidenta, aunque aprovechó para contraatacar: «Lo de menina no me importa, pero recoger colillas, no».

Por su parte, desde el PSOE señalaron que se encuentran en una situación de «empate técnico» con Rajoy y Sánchez lo ratificó destacando que «existen dos partidos que nos jugamos la primera plaza y otros dos que pugnan por el bronce». El líder socialista ha criticado durante los primeros días de campaña que los resultados arrojados por el CIS obedecen a un ejercicio de manipulación por parte del Gobierno. En un corrillo con los periodistas, el secretario general socialista defendió el voto útil y señaló que existen «muchos caminos que llevan al PP a La Moncloa», presuponiendo que Rivera e Iglesias le apoyarán, y que «sólo uno» –votar al PSOE– conduce al cambio. Quien tampoco da carta de naturaleza al barómetro del CIS es el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que señala que todas sus encuestas les dan segundos.