Un escaño para Herzog o la desaparición del partido

El 21 de diciembre puede ser la fecha que aparezca en el epitafio de UPyD. La formación liderada por Andrés Herzog será casi con toda seguridad la principal perdedora de las elecciones del domingo, donde se juega su supervivencia. El partido que abrió las primeras grietas en el bipartidismo en 2011, cuando se alzó con cinco diputados, tiene todas las papeletas para quedarse fuera del Congreso, según apuntan la mayoría –por no decir todas– de las encuestas. Por eso la obtención de aunque fuese un único escaño –el de Herzog, su cabeza de cartel– consituiría ya de por sí un éxito para UPyD, que evitaría, al menos de momento, su desaparición.

El partido ha vivido en 2015 una revolución de la que tiene muy difícil recuperarse. Su fundadora, Rosa Díez, cedió el testigo a Herzog en julio, pidiendo perdón y dejando una formación dividida, marcada por la fuga masiva de miembros camino de Ciudadanos. Si Izquierda Unida ha sido fagocitada por Podemos, lo mismo le ha sucedido a UPyD con el partido de Albert Rivera. Hace un año, ambos partidos rompían las negociaciones para formar una candidatura conjunta, en un momento en el que UPyD contaba con una posición de fuerza frente a C’S, aún en fase emergente. Hoy, la formación magenta afronta las urnas con la guillotina sobre su cabeza, mientras que el partido naranja podría tener la llave del Gobierno.