23-J

El PSOE se aferra a la violencia machista para agitar la campaña

El partido asume que, si bien el negacionismo de Vox puede no pasarle factura al PP, sí servirá para movilizar el voto progresista

Pedro Sánchez en el plató de 'El Intermedio'
Pedro Sánchez en el plató de 'El Intermedio'Atresmedia

El PSOE está dispuesto a tocar todas las teclas en su estrategia electoral para el 23 de julio. Una hoja de ruta diversificada en varias direcciones, pero en la que la actitud ofensiva marca la pauta. El presidente del Gobierno se expondrá en todos los formatos mediáticos inexplorados durante los últimos años de mandato, ayer participó en una entrevista en «El Intermedio», y en lo estrictamente político se irá pivotando entre dos polos: la defensa de la gestión y el ataque a la imagen de Alberto Núñez Feijóo.

En el primer plano, hoy se ponen en marcha una serie de encuentros sectoriales –que solo podrán seguirse por streaming– en los que Pedro Sánchez irá departiendo con diferentes miembros de su Gobierno sobre temáticas específicas. «De trabajo con...» arrancará con una conversación con el titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, con la reforma de las pensiones como protagonista. El objetivo del PSOE es hacer pedagogía sobre los avances conseguidos en la legislatura y alertar del riesgo de retroceso que supone la llegada de una eventual coalición de PP y Vox a La Moncloa.

Los socialistas estaban embarcados en esta tarea de descrédito al perfil moderado del líder del PP por el centenar de pactos suscritos a nivel municipal y autonómico, en la Comunidad Valenciana, con efecto sobre políticas concretas como las de igualdad, cuando el negacionismo de la violencia de género de la ultraderecha se ha colado en la precampaña. El discurso reduccionista de los de Santiago Abascal, negando la existencia de la violencia machista y limitándola al ámbito familiar, ha arrastrado a los populares –que llevan días obligados a constatar su compromiso con la lucha contra esta lacra– y, al mismo tiempo, se ha convertido en una oportunidad para los socialistas.

En el PSOE buscan su «encrucijada», una realidad que logre espolear a un votante muy desmovilizado –las últimas encuestas ubican la fidelidad de voto de los socialistas en un 60%– para atraerle a las urnas el próximo 23-J. Emulando así la épica de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, cuando consiguió sacar un millón de votos al PP después de perder las municipales en 2007. En Ferraz asumen que esto puede no llegar a pasarle factura al PP, pero sí servirá para espolear al espacio progresista sobre la amenaza real de retroceso en una cuestión de tanta gravedad y trascendencia.

«La derecha gana cuando la izquierda no se moviliza». Esta es la máxima que manejan los estrategas de Moncloa y Ferraz, donde ya apuntan que «se están produciendo movimientos para la movilización del votante socialista». En ello enfocan todos los esfuerzos, porque reconocen que el trabajo se debe hacer de manera prioritaria y, casi en exclusiva, hacia dentro, hacia el electorado propio. «No estamos en fase de desmovilizar al contrincante ni en la de robarle votos, con activar a los nuestros nos resultaría suficiente para gobernar», aseguran fuentes socialistas, sobre un objetivo que no se consiguió el 28-M, cuando quedaron lejos del 70% de fidelidad que requerían para estar en condiciones de dar la batalla por el poder territorial.

Varias son las fuentes socialistas consultadas que creen estar en condiciones de salvar los tres puntos de distancia que les separaron del PP en las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Una diferencia asumible y que sitúan dentro del «margen de error» de cualquier encuesta, cuando todos los estudios publicados dibujan un escenario diferente: colocan a Feijóo a la cabeza y muy por delante de Sánchez en intención de voto. «La única encuesta real es la del 28-M y la distancia no es insalvable», aseguran. Con todo, también desde el Gobierno se aferran a la bandera de la lucha contra la violencia machista para atacar la posición de Feijóo. «No hay pacto ni divorcio duro que justifiquen blanquear la violencia de género», dijo ayer la portavoz.