Estrategia
Sánchez despliega su ofensiva mediática para remontar el 23-J
Abandona su zona de seguridad y se bregará en medios no afines para movilizar al electorado y defender su gestión más allá del mitin
Pedro Sánchez arrancó ayer oficialmente la precampaña en su territorio talismán: Dos Hermanas. Reducto también del socialismo a nivel municipal, después del avance del PP en las ocho provincias y seis diputaciones andaluzas. Aquí comenzó hace seis años la remontada interna para recuperar el poder frente al aparato del PSOE. Un símbolo de la resistencia que encarnó Pedro Sánchez y que quiere ahora resucitar de cara a las elecciones generales.
«Aquí es donde empezó la aventura maravillosa de cambiar este país. No hemos hecho este viaje para que acabe aquí», señaló el también secretario general, apelando a la épica de la victoria en las primarias de 2017. «Tengo más fuerza que nunca y más ganas que nunca de ganar las elecciones», aseguró, en un intento indisimulado de insuflar moral a unas tropas que todavía acusan el golpe del 28-M y se preparan ya para encarar una nueva campaña.
El PSOE se refugia en el bálsamo del pasado, pero muy consciente de los errores que no debe cometer en el futuro. Con las lecciones que ha dejado la última cita con las urnas, en Moncloa varían su hoja de ruta para enfrentar el 23 de julio. Un todo o nada para el liderazgo de Pedro Sánchez que requiere asumir riesgos y abandonar la burbuja de seguridad que se ha construido en torno al presidente del Gobierno. Una zona de exclusión en la Moncloa a modo de cortafuegos, para proteger su figura, pero que ha ahondado en la desconexión con la calle.
Por ello, en esta campaña, habrá una mayor exposición mediática y el presidente se bregará en «otros formatos» que puedan acercar su figura y la gestión del Gobierno a la ciudadanía. Se desplegará una ofensiva en medios de comunicación no afines, en los que el jefe del Ejecutivo no se prodiga desde hace años, y que hoy arrancará con la entrevista de Carlos Alsina en «Más de Uno». El próximo domingo estará en «Lo de Évole», volviendo al bar donde concedió -hace seis años- una impactante entrevista tras ser descabalgado de la dirección del PSOE. También se diversificará la estrategia meramente informativa, orientándose a programas de entretenimiento como «El Intermedio», al que acudirá mañana, o «El Hormiguero», donde abrió el camino a la presencia de políticos en ese tipo de formatos.
Desde la dirección federal también apuntan a encuentros sectoriales con colectivos como jóvenes, mujeres o pensionistas, actos de aforo reducido en los que hacer pedagogía de la gestión del Gobierno en las distancias cortas y trasladar cercanía. Este desdoblamiento del presidente del Gobierno no irá en detrimento de los mítines, seguirá habiendo actos de partido al uso, pero menos numerosos y sin tener un carácter prioritario en la agenda de campaña, porque lo que se busca es ensanchar el mensaje y hacerlo llegar más allá de los ya convencidos. Un formato ciertamente agotado y cuyas cifras de asistencia, que durante la campaña del 28-M se exhibían como ejemplo de movilización, no se correspondieron luego con la participación real en las urnas. «Hay que ir más allá», señalan en la formación, donde defienden que la batalla se debe dar por los indecisos y moderados, incluso en «medios hostiles».
En esto marcó un hito la entrevista del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en COPE, cuando reivindicó con vehemencia y convicción ante Carlos Herrera y sus colaboradores el papel del Gobierno socialista en el fin de ETA. «Fue un chute», señalan fuentes socialistas, que sí advierten de que el presidente tiene que medir más sus palabras. Otro de los ejes potenciales de la campaña serán los debates. En Ferraz esperan a que el PP les remita su decisión definitiva sobre los encuentros en los que quieren participar, pero asumen que, al menos, habrá un «cara a cara» y otro con el resto de candidatos.
Los socialistas consideran estos formatos propicios –como lo son los rifirrafes en el Senado– para confrontar modelos de gestión y de futuro –derechos vs. derechas– y desmontar la imagen de moderación de Feijóo, después de cerrar sus primeros pactos con Vox. Mientras Génova cierra la agenda de debates, los socialistas aprovechan la demora para desgastar su posición, asegurando que «aquel que no quiere debatir no merece la confianza de los españoles, porque esconde algo y no quiere dar la cara».
Con todo, en Moncloa y en Ferraz son conscientes de que las próximas semanas serán decisivas. Pese a partir de una posición desfavorable –las elecciones no se ganan, se pierden– creen que existe margen para la remontada, porque «no hay nada decidido». Según el último barómetro del CIS, el 37% de los españoles decantaron su voto en la campaña y el día mismo de la votación, el 28-M. La máxima es la de siempre: no cometer errores, pero en el PSOE saben que, esta vez, habrá que asumir riesgos.
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