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10-N: El PP cobrará caro sus escaños

Los sondeos consolidan la necesidad de un pacto PSOE-PP. Génova habla ya sin tapujos de que si no ganan deben condicionar su abstención a un paquete de condiciones fiscales, territoriales y presupuestarias

Casado se desplazó hasta Barcelona para dar su apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado / Efe
Casado se desplazó hasta Barcelona para dar su apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado / Efelarazon

Los sondeos consolidan la necesidad de un pacto PSOE-PP. Génova habla ya sin tapujos de que si no ganan deben condicionar su abstención a un paquete de condiciones fiscales, territoriales y presupuestarias.

Las encuestas consolidan otro mapa político que altera los parámetros en los que tendrá que resolverse la negociación del desbloqueo después del 10-N. El PP empieza a sentirse ganador incluso si se queda en segunda posición, siempre que supere los cien diputados y recorte notablemente la distancia con respecto al PSOE. Si se dan estas condiciones, en el PP se ponen en situación y hablan ya sin tapujos de que «su papel de agente necesario para el desbloqueo» lo deben aprovechar para colocar un paquete de condiciones «básicas e irrenunciables» para que pueda echar a andar la legislatura, entre las que incluyen la política fiscal, en materia territorial o los Presupuestos.

En ningún caso es la puerta para llegar a la gran coalición, que socialistas y populares descartan por igual, pero estas condiciones sí serían el «precio» para que el partido de Casado dejara paso a un Gobierno socialista «sin traicionar a sus votantes». Es un cambio, porque hasta que se disolvieron las Cortes, y se confirmó la repetición electoral de noviembre, Pablo Casado no pudo moverse del «no», ni siquiera con condiciones.

Los últimos sondeos coinciden en anticipar que la solución tras el 10-N va a implicar obligatoriamente a los dos principales partidos, y que lo que parece que está en juego es si el PSOE es capaz de ganar las elecciones.

De hecho, las encuestas están animando sobradamente el optimismo de los dirigentes populares, hasta el punto de que el 10-N lo planteen en los términos de «o ganamos o estaremos en condiciones de poner un precio muy alto al desbloqueo».

Los partidos están reajustando a marchas forzadas sus estrategias a los efectos de los episodios de violencia en Cataluña, a sabiendas de que animan las apuestas a favor de Vox y diluyen a Podemos hasta prácticamente hacerlo desaparecer.

En La Moncloa confían en que, siempre que esto no se les vaya de las manos, las «coyunturales» imágenes de altercados violentos puedan servir electoralmente para que el voto del centro derecha vuelva a fracturarse, para dar alas a Vox y para impedir que el PP se consolide por encima de la frontera de los cien escaños. Y esta hipótesis también entra dentro de los análisis con los que trabaja el partido de Casado.

La triple carambola que busca Moncloa es que mientras que Sánchez explota su papel institucional, dirigido sobre todo al electorado de izquierdas, el partido de Pablo Iglesias se quede fuera de juego. Y que al tiempo la movilización de Vox agite a su vez el voto de la izquierda en favor del PSOE en la recta final de la campaña.

El problema es que son demasiadas «bolas» en juego a la vez y que el alcance real del desgaste de las barricadas en Cataluña es incalculable. A su favor, Sánchez tiene todos los instrumentos en su mano, la capacidad de llevar la iniciativa y de colocar detrás, en el momento en el que quiera, a todos los partidos del centro derecha. Si sorprendiera con una nueva activación del artículo 155 de la Constitución, por ejemplo, PP y Ciudadanos (Cs) no tendrían más remedio que respaldarle.

El resultado dependerá de lo que pase de aquí al 10-N. Si la crisis catalana ha llegado ya a su fin, podría sumar a favor de Sánchez siempre que no cometa un error importante. Si la crisis volviera a encenderse en los próximos días y fuera a más, le podría hacer mucho daño si no hubiera un golpe de efecto.

En Génova coinciden con el PSOE en que sí parece poco aventurado pronosticar que esta situación «mata» a Podemos. «Sólo los muy cafeteros pueden seguir el discurso de Iglesias viendo lo que está pasando en Cataluña». Al PP le ha dado discurso, pero dentro del partido también advierten de que Casado debe tener mucho cuidado de «no dar un resbalón si se mete a pescar votos». Internamente hay bastante coincidencia en señalar que fue «un error» pedir la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por su foto cenando en un restaurante cercano a su Ministerio el pasado miércoles. «Hay razones objetivas para criticar al Gobierno, no hace falta seguir ninguna consigna del exterior para endurecer el discurso».Génova vuelve a acercarse a la disyuntiva de las elecciones de abril: si más a la derecha o más centro frente a la presión de Vox, aunque sea sólo en el tema territorial. Pero este debate tiene mucha relevancia porque la cuestión territorial es la única que amenaza con dejarse oír de aquí a las elecciones. Más la exhumación de los restos de Franco.

«No debemos romper nuestro discurso de moderación porque se nos pueden ir de un plumazo muchos de los que se han acercado en los últimos meses. Es una coyuntura complicada, pero hay que saber aguantar». La advertencia se la hacen a sí mismos en el PP, pero desde fuera de Génova, y apunta en la misma dirección de los avisos que ya se escucharon en la anterior campaña de las elecciones generales. El núcleo del candidato sostiene que «Casado sigue estando en la moderación y no se va a mover de ahí».