Coronavirus

SOS a Sánchez: “No hay medios para proteger a los sanitarios”

La coalición estalla mientras el Estado autonómico busca unir esfuerzos ante la negra previsión en contagios y fallecimientos de los próximos días

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la videoconferencia de presidentes autonómicos del pasado domingo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la videoconferencia de presidentes autonómicos del pasado domingoBorja Ruiz de la BellacasaMoncloa

El riesgo para los trabajadores de la salud puede empezar a paralizar la actividad en los hospitales. Ya hay alerta en centros de varias comunidades autónomas por la falta de equipos de protección para los sanitarios. Las comunidades llevan semanas lanzando el SOS, pero hasta ayer el mercado no ha funcionado. Éste fue uno de los temas centrales, por la urgencia, de la videoconferencia que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantuvo con los presidentes de todas las autonomías. «Hay hospitales en los que están empezando a tener que elegir entre proteger al sanitario o atender al enfermo». Sánchez pudo escuchar de boca de algunos de los presidentes advertencias tan duras como ésta. Precisamente, la Comunidad de Madrid es uno de los territorios donde la luz roja está encendida ya desde hace tiempo, y su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, fue una de las más exigentes también al respecto. Pero hay otras regiones en la misma situación de alarma. Sanidad se comprometió hace semanas a resolver este problema, pero Sánchez tuvo que escuchar personalmente el SOS porque el problema sigue sin arreglarse y el tiempo se ha acabado. El jefe del Ejecutivo asumió el grito de alarma y comprometió una respuesta de Sanidad en la tarde de ayer.

La globalidad de la pandemia difi culta que haya cadenas de suministros seguras, hay restricciones para la exportación, especulación y acaparamiento. Hay regiones que están incluso intentando buscar una salida por la puerta de atrás sin seguir los canales ofi ciales porque tienen hospitales que han llegado al límite de las existencias de mascarillas, guantes, batas, respiradores y «buzos» para las Unidades de Cuidados Intensivos. «No podemos detener la enfermedad sin proteger primero a los trabajadores de la salud».

El debate sobre la responsabilidad de cada administración para anticiparse a la crisis vendrá después, porque ayer en el cónclave de Sánchez con los presidentes autonómicos hubo exigencias, discursos duros como el de Ayuso, pero, en general, un cierre de fi las para hacer frente a la emergencia sanitaria. Incluso mantuvieron las formas, con sus reproches y críticas al decreto del estado de alarma, el «lendakari», Íñigo Urkullu, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Urkullu mucho más conciliador, aunque de puertas adentro hasta Torra mostró su solidaridad con Madrid, y reclamó ayuda para el cierre de Cataluña y también de Madrid. Torra tiene un problema y necesita la colaboración del Estado, aunque en ese doble juego del independentismo el mensaje público vaya en otra dirección, como el de la burla de la ex consejera catalana fugada de la Justicia, Clara Ponsatí, sobre los centenares de muertos por el coronavirus en Madrid.

Mediáticamente el impacto se lo llevan las críticas de Urkullu y Torra a la «confi scación» de competencias o la advertencia de Torra de que «continuará tomando las medidas que considere oportunas». Pero la sensación de los demás presidentes autonómicos es que «Sánchez ha salvado al Estado de las autonomías» al imponer el estado de alarma a nivel nacional, pese a la oposición de sus socios, y que por encima de la puesta en escena lo que prima en estos momentos es la colaboración de todos, aunque sea por extrema necesidad, para afrontar la crisis,

Junto con la falta de equipos de protección, la otra alerta que ayer trasladaron los presidentes refiere a las consecuencias del éxodo de madrileños durante los últimos días por todo el territorio nacional. Las comunidades avalan el estado de alarma, pero hay territorios que consideran que se queda incluso corto y que es necesario ser más estricto en la paralización del país. Ahí está el debate, que dividió al Gobierno, y también a los presidentes autonómicos. Todavía hay «barones» que dejaron ver ayer cierta relajación, como si entendieran que es una crisis básicamente de Madrid, Cataluña y País Vasco, y que basta con dejarse llevar por la inercia. Pero hay un bloque de comunidades, comandadas por Madrid, que consideran que llega dos a este punto no hay vías intermedias para salvar de alguna manera la actividad industrial y comercial porque todo tiene que ponerse al servicio de la urgencia sanitaria. La previsión para los próximos días es crítica, en expansión de los contagios y en fallecimientos. El Estado de las Autonomías reflejó ayer más sentido de Estado y capacidad de buscar una acción conjunta, pese a sus diferencias de criterio y de color en los Gobiernos que lo componen, que el que está demostrando en las últimas horas la coalición que preside Sánchez.

El martes será clave para evaluar el futuro del acuerdo entre PSOE y Podemos ante esta crisis nacional porque ayer la formación morada siguió presionando sobre el Gobierno socialista para apuntarse la medalla de las medidas sociales anticrisis que recoja el plan de choque económico que acompañará al estado de alarma. A Podemos no le gusta que el Ejército tome las calles ni que se limiten los movimientos y se cierre el país, y ha optado por mantener también en esta situación excepcional la competencia con el PSOE para intentar ganar la batalla del relato y que la opinión pública «compre» la idea de que lo que salga de ese plan de choque ha sido sólo gracias a sus empujones sobre Sánchez. El coste de este fin de semana ha sido muy alto, tanto como para que desde el PSOE apunten contra Pablo Iglesias y exijan que «tenga consecuencias su comportamiento». «No es que haya deslealtad, es que han primado su obsesión por las cuotas de poder sobre las vidas humanas que estaban en juego». El vicepresidente Iglesias rompió su cuarentena para mantener el pulso a Sánchez en el decreto del estado de alarma y el Gobierno dio la imagen, en unas horas dramáticas, de que estaba más preocupado por sus disputas internas que por la salud pública. El problema es más de fondo y plantea la división que hay dentro del Ejecutivo sobre el alcance del plan de choque y las medidas económicas y fiscales para responder a los despidos, al cierre de negocios y a la dramática asfixia de las familias. Pero la diferencia está en que, dentro de la parte socialista del Gobierno, los debates se resuelven con lealtad, pero no ocurre así con los que mantienen los dos socios de coalición.

La crisis sanitaria ha vuelto a poner otra vez en evidencia que en las cuestiones de Estado el PSOE estaría más cómodo con PP y Ciudadanos como compañeros de viaje que con los socios de investidura, sólo que Sánchez taponó sin marcha atrás esa vía.