El Gobierno de Pedro Sánchez
Un nuevo gobierno para España
De momento, la atención de todo el mundo está puesta en la salud de sus seres queridos, de sus amigos y de las personas que aprecian, con un estado general de conmoción.
Pero, si los escenarios más optimistas se cumplen, en unas cuantas semanas la crisis sanitaria irá remitiendo y poco a poco intentarán recuperar una situación de normalidad.
La noticia será la vuelta a los trabajos, a las escuelas y universidades, a los lugares de ocio, a la cola del paro o a los centros de salud, y se hará de manera gradual. Todavía no somos conscientes de la envergadura de los cambios que se van a producir después de la crisis del Covid19, pero nada será igual.
El virus no va a desaparecer, seguirán apareciendo casos y repuntes que generarán alarma. Tomarse un aperitivo en una terraza o ir al cine será una actividad de riesgo para la población más vulnerable médicamente y no estará muy claro cuál es la manera de eliminar a la posibilidad de contagiarse si no es en aislamiento total.
Las empresas resistirán de manera inversa a como lo haga la duración de la pandemia y harán falta instrucciones fiables y creíbles para no crear más alarma e inseguridad que la propia de una situación así.
Para entonces, Pedro Sánchez tendrá plena conciencia de la situación en la que, si se cumplen los mejores pronósticos, estaremos en los 4 millones de parados y más de 6 en los peores. Es decir, que la prioridad de las personas se debatirá entre la necesidad de recuperar o de no perder un puesto de trabajo y la de sentir que su vida no está en peligro.
Para salir de esto razonablemente bien, harán falta soluciones y políticas comunes desde la Unión Europea. Toda la población europea junta somos la tercera parte que India o China, cada Estado, por separado, no somos prácticamente nada.
Los españoles necesitan poder confiar en sus autoridades. Haber negado que las mascarillas fueran necesarias y después cambiar de opinión o la controversia con los test de detección de la enfermedad no ayuda a confiar en las autoridades cuando nos digan que podemos coger el autobús o el metro con tranquilidad.
La confianza es binaria: o se tiene o no se tiene y cuándo se pierde, es para todo, no solo para algunas cosas. Por eso, es posible que tampoco haya mucha gente dispuesta a encomendarse al ejecutivo para sacar adelante el empleo, las empresas, o los ingresos para pagar las pensiones.
Si la vuelta a la actividad viene nuevamente cargada de errores, será la ruina definitiva de un gobierno que ya es percibido como desbordado e improvisador.
Sánchez no necesitará grandes acuerdos políticos, sino dos nuevos equipos: uno técnico sanitario con poderes para gestionar con fiabilidad el retorno a la vida en la calle y un nuevo gobierno más solvente. La transformación económica del país no puede depender del equipo actual, las áreas económicas son frágiles e incapaces de realizar la transformación digital que se necesita.
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