Policía Nacional
De rapero millonario a “inmigrante” yihadista en una patera
Abdel Bary, detenido por la Policía, se había creído el mito del Isis y viajo a Siria. donde comprobó el horror del terrorismo
Llegó en patera, uno de los medios que, según han advertido expertos antiterroristas en repetidas ocasiones, es utilizado por los yihadistas para entrar en Europa. Se escondió, junto a otros dos individuos, en un apartamento del populoso barrio de Cerro de San Cristóbal de Almería, pero fue localizado por la Policía Nacional, en colaboración con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y las agencias internacionales.
Se trata de Abdel-Majed Abdel Bary, hijo del egipcio Adel Abdel Bari, encarcelado en EEUU como miembro de Al Qaeda, aunque el vástago optó por la banda rival. Era uno de los Foreign Terrorist Fighters (FTF), combatientes extranjeros en Daesh, más buscados de Europa.
Fue, cuando abandonó Inglaterra en 2013 para viajar a Siria y unirse al grupo yihadista, uno de los elementos más peligrosos; y también uno de los primeros en desencantarse, al ver lo que vio. En 2015, ya había huido a Turquía. Debió ser muy duro para un rapero como él, acostumbrado a la buena vida en Londres, a ser famosillo con sus canciones, contemplar las atrocidades, injusticias de todo tipo, purgas internas, que perpetraban los seguidores de Abu Bark Baghdadi.
Y, sobre todo, las de su compatriota Mohammed Emwazi, conocido con el apodo de “Yihadista John” o “John el Yihadista”, tristemente famoso, hasta que fue abatido por una bomba lanzada desde un dron USA en noviembre de 2015. Integraban el grupo “The Beatles”, como se denominaba a cuatro yihadistas de origen británico.
Emwazi había asesinado, mediante degollamiento, ante la cámara de vídeo, a los periodistas James Foley y Steven Joel Sotloff (norteamericanos) y Kenzi Goto (japonés). Cuando se visualizaron aquellas terribles imágenes, los investigadores pensaron en Abdel Bary, pero no era así, lo que no quiera decir que no haya cometido gravísimos delitos por los que ahora deberá ser juzgado. Al ser arrestado en Almería, algunos medios confundieron al uno con el otro, lo que llamó la atención ya que el propio Estado Islámico había confirmado la muerte de Emwazi en Raqa, en una publicación de 2016.
Abdel Mary fue uno de tantos europeos, de origen musulmán, que se sintieron atraídos por la “mística” revolucionaria de Isis, que prometía la conquista de un “califato mundial” para imponer la Sharia, la interpretación más rigorista del Islam, en todo el globo terráqueo.
Este individuo es hijo del antiguo terrorista de Al Qaeda, que cumple condena en Estados Unidos. Se trata del egipcio Adel Abdel Bari, que participó en las masacres contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania en 1998, con más de 200 personas asesinadas.
Bary era un rapero de éxito, conocido como Lyricist Jinn, que vivía en una lujosa casa londinense. Poco a poco se fue radicalizando, primero con sus canciones que criticaban a los que se dan a la vida “depravada” de occidente, hasta que elementos yihadistas afincados en Inglaterra le captaron y, finalmente, anunció que dejaba todas sus actividades artísticas para seguir los designios de Alá. De ahí a realizar el viaje clandestino a Siria, normalmente en camiones y atravesando la frontera por Turquía, sólo había un paso. Y lo dio. A los que le convencieron para que se uniera a Isis se les vinculó con el clérigo Anjem Choudary, que influyó en muchos jóvenes para que se integraran en Daesh.
Ya en junio de 2014, un periódico británico reveló una amenaza que se le atribuía: "los leones vendrán a por vosotros y habrá decapitaciones”. De hecho, se le identificó en una fotografía sosteniendo la cabeza de una persona asesinada por este sistema. También se comentó que utilizaba un alias en Twitter para dejar clara su vocación militarista, “Abu Kaláshnikov”, en referencia al fusil de asalto ruso que utilizaban los yihadistas. Pero, como se ha dicho, pronto se desencantó y decidió abandonar la banda terrorista.
A partir de ese momento, se convirtió en una de las personas más buscadas por los servicios internacionales. En 2015, se le relacionó con una mujer española que fue arrestada en el aeropuerto de Barajas y que trataba de viajar a Turquía con un pasaporte falso para reunirse con Bary, que se iba a casar con ella. O, al menos, es lo que dijo.
No han trascendido detalles de su entrada en España en patera, probablemente desde Argelia, ya que las actuaciones han sido declaradas secretas en la Audiencia Nacional. Fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN han señalado que la identidad que utilizó él, o alguno de sus dos acompañantes, para alquilar la casa en Almería fue determinante para que la Policía pudiera dar con su paradero. Uno de estos individuos tenía antecedentes por haber cometido delitos comunes, probablemente con el fin de conseguir dinero para el yihadismo, y ahí pudo estar la clave para localizarlos. Este extremo no ha sido confirmado oficialmente.
Su detención tuvo un amplio eco mediático en los medios de comunicación británicos.
El pasado martes, al informar de su arresto, la Policía española describió a Abdel Bary como un criminal "extremadamente violento". Su arresto se produjo alrededor de las tres de la madrugada y se adoptaron todas las medidas de precaución ya que se desconocía si Bary y acompañantes estaban armados o disponían de explosivos. No era así y, además, no ofrecieron ningún tipo de resistencia a las Fuerzas de Seguridad.
La investigación fue desarrollada por agentes de la Comisaría General de Información, en colaboración con la Comisaría Provincial de Almería, y ha contado con la colaboración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Todo parece indicar que trataba de regresar de forma clandestina a Inglaterra. Lo que quisiera hacer, llegado a su país, es un misterio, pero no parece que tuviera intención de retomar las actividades terroristas que había abandonado.
A los arrestados les ayudó la pandemia de coronavirus para mantener la clandestinidad. Adoptaban férreas medidas de seguridad, tanto en su viaje desde el norte de África hacia nuestro territorio como en los movimientos que realizaron en Almería. Ya en España, adaptaron sus comportamientos compatibles con la situación del Estado de Alarma: realizaban escasas salidas, por separado, y siempre con mascarillas para evitar ser detectados. Por lo tanto, era difícil reconocerlos visualmente, pero no pudieron engañar a los agentes que ya los tenían “abrochados”.
En cualquier caso, se trata de un importante éxito policial ya que Bary, aunque aparentemente está desvinculado del terrorismo, tiene una amplia experiencia en el uso de armas y sabe cómo confeccionar explosivos, sobre los de tipo IEC (artefactos improvisados), fáciles de confeccionar y con un gran poder destructivo.
Por su ascendencia egipcia, tenía la doble nacionalidad de este país y la británica, aunque esta última le fue retirada al tener conocimiento de sus actividades terroristas. La Audiencia Nacional, en función de las peticiones que se le formulen, deberá decidir sobre su destino judicial. En España, al no estar en posesión de armas o explosivos, no ha cometido ningún delito, salvo que en los aparatos telemáticos que llevaba hubiera algún plan contra nuestro país, lo que parece, en principio, poco probable. Ha entrado ilegalmente y podría ser expulsado a Egipto, aunque hay que esperar a ver qué deciden las autoridades británicas. Que algo tendrán que decir.
De rapero de éxito a supuesto “inmigrante” en una patera, como las que utilizaron los terroristas que cometieron los atentados de París en 2015 para infiltrase en Europa. La trayectoria de Bary, que no es única y que, si no se conocen más, es por el régimen de terror que impusieron Baghdadi y los suyos en el “califato”, es la historia de una frustración. Una banda de asesinos pretende tener la representación de todo el Islam y, lamentablemente, logra, mes a mes, aumentar sus actividades criminales en las zonas en las que actúa, en especial en el Sahel africano. Allí, a diferencia del “nuevo rico” Bary, están los jóvenes sin futuro, de etnias enfrentadas, que no son nada hasta que Daesh les pone un arma en las manos y les ofrece la conquista del mundo y, en caso de muerte, el paraíso junto a Alá y las consabidas mujeres vírgenes.
El rapero era de los que, en sus canciones, defendía el consumo de hachís, algo absolutamente prohibido por Isis y que, si te pillan, te cuesta la muerte. La influencia del clérigo salafista Anjem Choudary, que alabó a los terroristas que cometieron los atentados del 11-S en Estados Unidos y del 7-J en Londres, debió de ser determinante. El predicador también organizó protestas contra los que publicaron las viñetas de Mahoma y son conocidos los atentados contra los medios informativos que las insertaron, en especial la revista francesa Charlie Hebdo. Entre sus ocurrencias figura la sugerencia de asesinar al Papa. Se encuentra en prisión.
¿Cómo un individuo así pudo convencer a un rapero millonario? Una inquietante pregunta sin respuesta.
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