Delincuencia

Desarticulado un grupo criminal que se dedicaba a extorsionar y cobrar deudas por medios violentos

Estaba dirigido por un ultra de un equipo de fútbol que había sido contratado por un constructor sevillano

Una de las armas intervenidas
Una de las armas intervenidasjmzarmas

Agentes de la Guardia Civil, en una operación conjunta con la Policía Nacional, han detenido a ocho personas residentes en diversas localidades andaluzas como presuntos autores de un delito de pertenencia a grupo criminal, secuestro, lesiones graves, delitos contra la salud pública, tenencia ilícita de armas y robo con fuerza.

Las investigaciones se iniciaron el pasado mes de abril, cuando los agentes supieron que varias personas habían sido testigos del posible secuestro de un hombre en la localidad sevillana de Gelves; unos individuos introducían a otro a punta de pistola en el interior de un vehículo.

Durante cuatro horas y media, estuvo retenido en una finca de Benacazón; recibió todo tipo de amenazas y agresiones físicas mientras le reclamaban la suma de 90.000 euros para su liberación. Llegaron a hacerle firmar varios documentos sin poder verlos, y no fue liberado hasta que se comprometió a entregar dos vehículos como garantía de pago, junto a las escrituras de una vivienda.

El cabecilla de la banda era un ultra de un equipo de fútbol, condenado en 2019 por agredir a un aficionado de un equipo rival. Tras varios días de estrechas vigilancias sobre este individuo, los agentes lograron establecer la estructura del grupo criminal.

Había sido un empresario del sector de la construcción de la provincia de Sevilla quien contrató a este sujeto como escolta personal y lugarteniente, dentro de una red dedicada al cobro de deudas mediante actos violentos; no dudaban en recurrir a las agresiones físicas y a los secuestros en los casos más extremos.

Incluso, utilizó a su pareja sentimental como gancho a la hora de elaborar las extorsiones; era ella la que concertó la cita con la víctima del secuestro investigado con la excusa de adquirir un vehículo que poseía y que había puesto a la venta en una web de anuncios.

Elgrupo estaba formado, en su mayor parte, por personas vinculadas al mundo del culturismo y del deporte de contacto, con amplios antecedentes policiales. Durante las investigaciones, los agentes consiguieron detectar otra extorsión a un abogado sevillano, al que le llegaron a exigir la cantidad de 79.000 euros por una supuesta deuda contraída con el empresario jefe del grupo. También descubrieron una agresión a otro empresario hostelero de la zona del Aljarafe sevillano, a quien amenazaron de muerte junto a su familia.

Finalmente, una vez establecidas todas las conexiones entre los miembros del grupo investigado y recabados indicios suficientes sobre su participación en los diferentes hechos ilícitos, los agentes realizaron cinco entradas y registros, dos de ellas en la localidad de Espartinas, una en la de Benacazón, otra en Arahal y una quinta en Sevilla capital.

Durante la fase de explotación se procedió a la detención de un total de siete personas residentes en las localidades de Benacazón, Espartinas, Sevilla, Arahal y Almonte. Entre ellos se encontraba el hijo del propietario de la finca a la que trasladaron al secuestrado para su extorsión y que fue ubicada gracias al trabajo de análisis y la estrecha colaboración entre los cuerpos policiales. Se intervinieron dos videos grabados durante el secuestro por el propio ultra, en los que se jactabaa de los “trabajos” realizados entre sus conocidos.

Durante los registros se les intervino una pistola de 9 milímetros con el número de serie borrado y en perfectas condiciones de funcionamiento, una pistola simulada, dos carabinas y una pistola de aire comprimido, una defensa extensible, un bate de béisbol, un vehículo de alta gama, que previamente había tenido que entregar la víctima como adelanto del pago requerido y que los investigados pretendían vender, diverso material informático, teléfonos móviles, tarjetas telefónicas de interés para las investigaciones y varias nóminas falsificadas que uno de los miembros del grupo utilizaba para adquirir productos de crédito y el alquiler de la vivienda en la que residía.

Ante las extremas medidas de seguridad que adoptaba en su vida diaria el jefe del grupo, al saberse objetivo permanente de las Fuerzas de Seguridad y otros grupos rivales, se organizó un amplio despliegue policial. Tras cuatro días de indagaciones, fue detenido cuando se encontraba escondido y custodiado en un piso okupa en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda.