La Crónica
El plan de Casado para que Vox le apoye: defender el territorio antes que las siglas
Nuevos liderazgos territoriales, que defiendan antes el territorio que las siglas, normalizar banderas de los de Abascal que siempre han sido del PP y oposición frontal a Sánchez, también en Europa
La Convención de Valencia era el acto de partido más importante que ha celebrado Pablo Casado desde que llegó a la Presidencia del PP. Su «corte» lo preparó como su consagración, y más allá de la variedad de las crónicas que se han escrito sobre su contenido, no todas igual de entusiastas, Génova sigue eufórica una semana después de haber llenado la Plaza de Toros valenciana con el mismo músculo que exhibía en los mejores tiempos de sus mayorías absolutas.
De la Convención sale un líder que cree que puede aspirar a llegar a La Moncloa en condiciones de pedirle a Vox que le apoye prácticamente gratis, con un acuerdo externo, pero sin que entre en su Gobierno. Para ello dicen que tienen «un plan» para debilitar a las siglas rivales en la derecha, tanto como para que los de Santiago Abascal no estén en condiciones de reclamar sillas en su Consejo de Ministros.
En la izquierda todo esto suena al «cuento de la lechera»: «están repartiéndose lo que no van a llegar a tener después de las elecciones generales». Pero las encuestas están ahí, y el PP está convencido del que el «sanchismo» seguirá derrumbándose por más que se bañe en los fondos de la reconstrucción europea.
Los futuribles están por probarse, pero en Valencia sí se vio una fortaleza de partido y un entusiasmo con las siglas que se habían perdido por completo en la etapa de Mariano Rajoy. Esto es indiscutible, incluso para los más críticos con Casado, que siguen estando ahí en la sombra, aunque la dirección en la que sopla el viento les obligue a moverse mucho más silenciosamente.
Para avanzar hacia ese objetivo de que Vox tenga que apoyarles «gratis», para que Casado gobierne en solitario, la estrategia de la dirección popular es vestirse de centro, y, al mismo tiempo, ocupar el espacio de Vox en banderas que «Rajoy abandonó con su dejadez en la gestión política». Hay líneas rojas infranqueables, sobre todo en lo que tiene que ver con la política europea. Si bien en temas de inmigración, de seguridad, e incluso en algunos debates sociales, la cúpula popular llegará hasta donde está Vox porque «siempre hemos estado ahí», pero reivindicándose, a la vez, como «la gran fuerza de centro que aglutina a todo el voto que está a la derecha del PSOE y hasta a los socialistas defraudados».
En el plan post-Convención entra también el refuerzo de la política frontal de oposición a Pedro Sánchez, sin que quede ningún resquicio para buscar mínimos comunes denominadores hasta en los temas de Estado. Casado cree que lo tiene fácil para argumentar que no puede pactar políticas de Estado con quien depende de partidos que quieren aniquilar al Estado. Diga lo que diga la campaña de la izquierda sobre su supuesta deslealtad contra España por sus críticas en Europa, éstas seguirán, e irán a más en ámbitos como el de la Justicia. A Casado no le preocupa que el PSOE le acuse de deslealtad. Pero sí le ocupa y le preocupa que su discurso haga que cada vez se escuche menos al de Vox y tenga la capacidad, al mismo tiempo, de no perder la sintonía con el voto más de centro. Soplar y sorber en la misma ecuación, y en Génova lo ven posible gracias a la figura de Sánchez, «por el rechazo tan brutal que genera en la derecha pero también en el votante que en su día pudo mirarse en las siglas que representaba Rivera».
El equipo de Casado explica que van a dejar de «nombrar a Sánchez» para centrarse en los proyectos. Dicen también que quieren ser fronterizos con el PSOE para atraer a los socialistas desencantados. Pero es que en estos nuevos tiempos, y en esta nueva dirección del PP, también sostienen que los perfiles de los nuevos liderazgos territoriales han sido seleccionados de entre aquellos que son capaces de reflejar y representar mejor al territorio. «En el Partido Popular empieza a hacerse general la proclama de que si hay que elegir entre las siglas y el territorio, defendamos primero al territorio, y luego a las siglas, porque haciendo esto es la mejor manera de defender al PP».
La pasada semana Casado dio orden de extender las conclusiones de la Convención Nacional por toda España, para lo que el PP celebrará convenciones provinciales y regionales a lo largo de todo este año y el próximo. Es un paso más dentro del proceso de revitalización de las estructuras territoriales de la organización «desde las bases», el mantra que ha institucionalizado el secretario general, Teodoro García Egea.
Una de las decisiones que más tensiones internas ha provocado fue la apuesta por empezar la renovación por las provincias, en lugar de con los congresos regionales. Aquí se la jugó García Egea, en un pulso que hoy tiene controlado, y después del Congreso de Valencia, y del éxito de movilización, el espacio de sus críticos ha menguado hasta ver si encuentran mejor ocasión para volver a dar un paso al frente.
Hoy nadie le discute como antes, y Casado también hace ver que valora que tiene un «dos» que está dispuesto a «quemarse». En la era post Convención no es ya discutible que el líder nacional tiene paz interna, salvo lo que pueda ocurrir en Madrid, y expectativa de victoria territorial. Hasta en Valencia y Baleares, presumen.
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