Presión

Miedo al «superdomingo» de Sánchez: los barones y alcaldes del PSOE quieren un adelanto electoral

Hay bastante consenso en reclamar que las generales se celebren antes de las municipales, como cortafuegos para evitar que el desgaste de la gestión nacional arrastre al poder territorial

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezEmilio NaranjoAgencia EFE

Los alcaldes del PSOE han empezado a moverse, inquietos, por miedo a que el empeoramiento de la situación económica lleve a Pedro Sánchez a caer en la tentación de convocar las elecciones generales coincidiendo con las municipales de la próxima primavera.

Hay bastante consenso en reclamar que las generales se celebren antes de las municipales, como cortafuegos para evitar que el desgaste de la gestión nacional arrastre al poder territorial. Pero el presidente del Gobierno tiene su agenda y a la hora de la verdad son pocos los que se atreven a decirle o a llevarle la contraria.

Ahora bien, por más que Moncloa insista en que las elecciones se celebrarán en plazo, en el partido no se creen que si vienen malas en otoño, y el escenario económico se complica hasta el punto de que obligue a adoptar decisiones impopulares, Sánchez no vaya a intentar jugar la carta de utilizar toda la maquinaria territorial de su organización política para salvar los muebles.

Las municipales son la mejor herramienta movilizadora del Partido Socialista, y esto puede beneficiar a Sánchez a nivel nacional, al tiempo que perjudica a los alcaldes, que temen que un «superdomingo» desmovilice a aquel votante que sí tiene claro que se siente identificado con su gestión local, pero que no está tan cómodo con la política nacional ni con las alianzas del partido en el Congreso de los Diputados.

Las vísperas del Debate del Estado de la Nación están alentando las especulaciones sobre posibles cambios en la dirección del partido, e incluso en el Gobierno, pero en el entorno de Sánchez sostienen que no habrá novedades, al menos hasta septiembre, y que, en todo caso, los cambios serían «más bien en el partido y muy poco en el Gobierno». Ahora lo más importante, y sobre lo que no quieren distracciones, es el Debate del Estado de la Nación y que el Gobierno recupere la iniciativa en positivo. Complicado cuando su mayor oposición está en sus socios y, sobre todo, en la parte morada del Ejecutivo, sobre los que Sánchez no tiene autoridad conforme al acuerdo de coalición que en su día firmó con Pablo Iglesias.

Los cambios drásticos que ejecutó Pedro Sánchez el año pasado, tras las elecciones autonómicas de Madrid, se han demostrado fallidos, y han dejado cadáveres en el camino entre los que se encuentran algunos de los que hoy actúan en la sombra como principales voceros de estrategias y supuestas intenciones futuras del líder socialista.

De ese consejo áulico caído en desgracia es de donde ha salido, por cierto, la teoría de que Sánchez no se presentará a unas próximas elecciones generales para perderlas y que, antes, echará mano de sus buenas relaciones en el ámbito europeo para buscarse «una salida digna». El presidente del Gobierno sí ha consolidado en su mandato una buena imagen internacional, se le nota más cómodo fuera que en casa, y esto da alas a que se especule sobre su posible salida hacia un alto puesto en la Unión Europea. O, al menos, que éste sea su deseo.

Aunque las cifras de creación de empleo sean positivas, la ruptura con Podemos y la sombra de la recesión eclipsan estos buenos datos, fruto del ajuste de la pandemia y de la reforma laboral. Y más allá de la euforia explicitada por Moncloa, en las filas socialistas saben que en este contexto no son razón suficiente como para corregir el desgaste y ganar impulso electoral.

«La inflación se está llevando el sueldo y los ahorros. Y tener un trabajo no es ya garantía de llegar a fin de mes», señalan dentro del PSOE. En este poder territorial socialista, que mira con angustia las expectativas electorales del partido, ven ahí, en el empobrecimiento provocado por la inflación, la principal amenaza para sus intereses, y no en los «poderosos» que el presidente del Gobierno señala como responsables de su deterioro electoral.

Esta hipótesis del «superdomingo» electoral empieza a considerarse también en el principal partido de la oposición. La dirección popular ha llegado a la conclusión de que Sánchez no podrá aguantar económicamente el invierno porque el deterioro de las cuentas públicas y las consecuencias del cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) exigirán unos ajustes que el líder socialista, a diferencia de lo que hizo el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, no implementará. Calculan que antes convocará elecciones, en lo que coinciden, por cierto, con los dirigentes locales del PSOE.

En un clima de desacuerdo prácticamente total entre el Gobierno y el principal partido de la oposición, el PP, sin embargo, continúa decidido a hacer gala de su disposición a socorrer al Ejecutivo en los temas de Estado, como, por ejemplo, el incremento del gasto en Defensa que exige el acuerdo alcanzado con la OTAN.

Otro motivo de desencuentro dentro de la coalición, y para el que el Gobierno sí puede contar con el apoyo del PP, aunque no les haya llamado para informar o consensuar esta medida con ellos, como confirmó ayer el coordinador del PP, Elías Bendodo, tras el Comité de Dirección.