Toni Bolaño
El chiste del dentista
Todos los socios apretarán las tuercas a Pedro Sánchez
Empieza el nuevo curso político y la tormenta amenaza con no amainar. Con el Partido Popular las relaciones están más que rotas y en pocos días la temperatura subirá en el pleno del Tribunal Constitucional que deberá elegir a su presidente y en la votación de las medidas económicas del Gobierno que persiguen bajar la inflación alimentaria. En economía el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha hecho gala de «la casa es grande y no repara en gastos», pidiendo más rebajas de IVA, más beneficiarios de ayudas y más productos a rebajar. Es lo que tiene no estar en el Gobierno pero contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. En el Constitucional el Partido Popular se ha puesto flamenco y todo su ahínco se centra en evitar la elección de Cándido Conde Pumpido como presidente al que tildan no de progresista sino de gubernamental. Sutil diferencia para intentar dejarlo en la cuneta. Apuestan por la magistrada María Luisa Balaguer a la que elogian de tal manera que les faltan calificativos. Dudo mucho que se hayan leído su voto particular sobre el estado de alarma y mucho menos su voto particular sobre la sentencia del procés, que consideró la condena decidida como desproporcionada.
Esto no es nuevo para Pedro Sánchez. Sabe que no recibirá, ni dará, cuartel del Partido Popular, pero el último año de legislatura puede ser un avispero en la coalición de Gobierno y en la mayoría parlamentaria que lo sustenta. El motivo, las elecciones y la necesidad de Podemos, Esquerra, Bildu, PNV, Compromís y también de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, de marcar perfil propio.
Con los acuerdos de prórroga de los alquileres el PSOE y Podemos se dan aire y ganan tiempo para intentar superar las diferencias en la ley de vivienda. En este punto, el resto de socios también se benefician de este tiempo muerto conseguido hasta el mes de junio. La ley mordaza será todo un quebradero de cabeza porque todos los socios parlamentarios apretarán las tuercas a Pedro Sánchez, sabedores que este es un tema sensible en sus electorados. De momento, parece que el ejecutivo salvará los muebles con respecto a la presencia militar estadounidense en Rota. El Gobierno no se escuda en que el aumento de tropas americanas no modifica el convenio y no requiere del voto de uno nuevo en la cámara. Eso sí, se tendrá que votar en Consejo de Ministros y los ministros morados tienen claro que su voto es no. Como Sánchez siempre cae de pie no parece que el PP se enemiste con EE UU votando en contra, pero el lío está servido.
A favor del presidente es que la carpeta catalana está cerrada con sus socios, aunque el PP la va a agitar hasta la saciedad. Primero para robarle la cartera a Vox en Cataluña, aunque las previsiones electorales de ambos partidos se sitúan en malas o muy malas, y segundo para agitar la catalanofobia allende del Ebro –visto desde Cataluña– afirmando que el referéndum de independencia es un hecho. Lo cierto es que la petición de ERC de un referéndum pactado tiene las patas tan cortas que no cuenta ni el consenso en las filas independentistas. Y mucho menos del PSC, pero este anuncio electoral de los de Aragonés y Oriol Junqueras le viene al pelo a Alberto Núñez Feijóo que lo utilizará como reclamo electoral. Quién iba a decir que republicanos y populares iban a coincidir en algo: en agitar el espantajo de un referéndum que ni está ni se le espera.
La prueba del algodón saltó ayer a la palestra. Desde el Govern catalán se agita el espantajo de un inminente acuerdo con el PSC en los presupuestos. Aragonés empieza a sentir como le aprieta el cuello de la camisa y le han entrado las prisas. En el PSC enfrían las expectativas porque quieren dejar claro que del referéndum «na de na», amén de varios proyectos que son todo un trágala para ERC. Como en el chiste del dentista, socialistas y ERC se tienen bien cogidos y no duden que no se harán daño.
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