Elecciones

El autobús de Pedro Sánchez que pagaremos entre todos

Los encargados por Moncloa no tienen ruedas ni son baratos. Se trata de millones de euros en forma de subvenciones y subsidios para preparar el terreno para su cara a cara con Feijóo en las urnas

Javier de los Nietos es el alcalde de El Boalo, un pequeño pueblo de Madrid. Biólogo y socialista, decidió en noviembre que era una buena idea contratar con dinero público dos autobuses para trasladar a un centenar de vecinos a la manifestación convocada en la capital para protestar contra el plan para las urgencias diseñado por el Gobierno de Ayuso. El alcalde ha reconocido que fue «la mejor inversión hecha por nuestro Ayuntamiento en 2022». La afirmación se las trae. No tanto porque venga a reconocer el origen del dinero, sino porque retrata las carencias de una gestión que tiene como hito fundamental la siempre complicada contratación de autobuses. Llevado por la emoción –esto es lo más bonito– el alcalde ha puesto en valor que en la marcha no hubiera «siglas de partidos, sino corazones verdes». Imaginamos que se trata de esos mismos corazones verdes que corearon cánticos en los que se calificaba de «asesina» a Ayuso. La cuestión ya está en manos de la Fiscalía Anticorrupción, tras la denuncia presentada por los populares madrileños ante la posible comisión de los delitos de malversación y prevaricación.

El episodio nos señala la hoja de ruta del socialismo para este año electoral. Sin proyecto para Madrid ni capacidad para entender a los ciudadanos de la región, el PSOE se apunta al incendio de la sanidad pública. Cueste lo que cueste y sin importar que Más Madrid y Mónica García vayan a ser quienes recojan los frutos de la estrategia. Y si para ello hay que recurrir al dinero de todos, se recurre. Es la mejor metáfora de lo que hoy es el PSOE. En esto tiene un buen maestro el alcalde boaleño. Pedro Sánchez ha decidido que, antes de su cara a cara con Feijóo en las urnas, lo más conveniente es pagar los autobuses que sean necesarios. Los de Moncloa ni tienen ruedas ni cuestan mil euros. Serán miles de millones en subsidios y subvenciones como parte de una obscena vorágine que, más allá del insulto que supone a la inteligencia del votante, servirá, eso sí, para endeudar a nuestros bisnietos.