Toni Bolaño

Ni razón ni éxito

Irene Montero e Ione Belarra se han atrincherado en el «sostenella y no enmendalla»

Hace unas semanas mi gran amigo Iván Redondo escribía un artículo que titulaba ¿Quieres tener razón o tener éxito? La dicotomía que encierra este titular me viene como anillo al dedo para ilustrar lo que está sucediendo a cuenta de la ley del «solo sí es sí». Deberían saber las señoras de Podemos que el éxito de la ley quedó en entredicho por la reducción de penas, y el éxito –ahora– solo tiene un camino que es su reforma para evitar que continúen los efectos indeseados, como lo calificó el presidente del Gobierno.

Resistirse como gato panza arriba puede simular algo parecido a «yo tengo la razón», pero esa razón no existe. Otro gallo cantaría si algunas se hubieran bajado de la arrogancia y de la soberbia como diría Manuela Carmena y hubieran escuchado las voces que, desde Más País, ERC o Compromís llegaban vía enmienda, les advertían del posible desaguisado. Ahora que se ha visto que no tienen razón con más de 380 reducciones de pena y 29 excarcelaciones tras revisar más de mil sentencias, se empecinan en no tener éxito. Los que se atrincheran en la defensa del actual texto legal dicen que el porcentaje de cambios es ínfimo si tenemos en cuenta que hay más de 3000 sentencias dictadas. Pero se quedan sin razón y menos sin éxito aunque solo hubiera un puñado de casos. Si me apuran, con uno sólo, ya no habría éxito y menos razón.

Un éxito que pasa para la izquierda de este país por reforzar la salud del Gobierno de Coalición, porque el Gobierno de Coalición es la única fórmula que puede imponerse a la derecha que va viento en popa en las encuestas. Reforzar su mala salud, aunque ésta esté a prueba de bombas y el gobierno no se rompa, es deteriorar la confianza de miles de ciudadanos y ciudadanas que le han brindado su apoyo. El argumento esgrimido por Jaume Asens, el portavoz de Unidas Podemos, de incluir enmiendas en la tramitación es prolongar una agonía que solo afecta a la izquierda. Una agonía que algunos parecen desear porque la tesis que defienden es que la izquierda se hunda y así resurgir como Ave Fénix. Es la tesis de Pablo Iglesias y su entorno pero no es oro todo lo que reluce porque el 2023 ya nada, o muy poco, se parece al escenario de 2015. Y el precio a pagar por la ciudadanía progresista de este país parece muy oneroso.

El galimatías se complica porque el PP ha presentado una Proposición de ley idéntica a la presentada por el PSOE, que ha roto los puentes negociadores con Podemos hartos de esperar a cambios en las posiciones ultramontanas que ponían el acento –léase freno– sobre cualquier cambio por «aspectos técnicos». No son técnicos, son políticos. Por eso, en Podemos hemos oído, y oiremos, muchas voces que acusarán al PSOE de haber caído en la trampa de la derecha porque las propuestas de PP y PSOE son iguales. Esperemos que el PP sea consecuente y no se baje del caballo a media carrera. Tampoco aquí se requiere tener razón, sino éxito para poner coto al menos a las sentencias a futuro.

En medio del rugido de la marabunta, la Audiencia de Navarra ha enviado un soplo de aire fresco y esperanza rechazando rebajar el castigo a uno de los miembros de La Manada, el único que podía aferrarse a una revisión. Mensaje poético el enviado por los jueces navarros –que no deben formar parte de ninguna conspiración contra Podemos– porque esta polémica ley nace de aquellos sucesos que nos avergonzaron a todos como sociedad.

Irene Montero e Ione Belarra se han atrincherado en el sostenella y no enmendalla al grito de «ni un paso atrás». Ellas, y solo ellas, están convencidas de que tienen razón aunque su razón para la mayoría es una entelequia. Lo peor es que tampoco van a tener éxito. Ni para las mujeres que se vean afectadas en el futuro y ni para la salud del Gobierno de Coalición. La prepotencia ideológica tiene estas cosas. ¡Una pena!