Alfonso Merlos

Adelante pese a los agoreros

Se erigieron en auténticos jinetes del Apocalipsis durante meses. Y alguno todavía cabalga a lomos de algún caballo bermejo. Vaticinaron todo lo peor, en un corto espacio de tiempo y concentrado todo el mal en España y en el sufrimiento en los españoles. Les faltó anunciar que Rajoy traería las más terribles guerras, plagas, hambrunas, epidemias y enfermedades. Ha sido una vergüenza, una irresponsabilidad, una frivolidad, un fraude. Y lo ha sido porque estos heraldos de la desgracia colectiva fueron los que nos llevaron al pozo de la incertidumbre y la inestabilidad. Los que nos quebraron hasta ponernos al filo de la bancarrota. Humillante. Los socialistas que nos dislocaron y llevaron hasta la picota la solvencia de este país. Politicastros de poco fuste que aplaudieron aquel desastre y ahora se ceban con Rajoy. Palmeros de la izquierda en los medios de comunicación, la sociedad civil y eso que se llama solemnemente «el mundo de la cultura», que proclamó que todo lo que fuese susceptible de empeorar con el Partido Popular a los mandos, empeoraría. Un fiasco. Hoy, la prima de riesgo se ha colocado por debajo de los 250 puntos en su nivel más favorable desde hace dos veranos. Hoy, la rentabilidad del bono nacional sobre el alemán ha bajado del 4,4% por vez primera desde mayo pasado. Hoy, la Bolsa ha alcanzado un máximo anual por encima de los 8.800 puntos en sus mejores guarismos desde hace un año y medio. Hoy, nuestras grandes y medianas empresas están exportando al mundo entero en cantidades récord. Hoy, nuestros pequeños emprendedores se están sintiendo con fuerzas para mantener sus negocios y hacer modestas ampliaciones, y contratar, y ayudar así a seguir generando y distribuyendo riqueza. ¡Ése es el camino! ¡Ésa es la actitud! ¿Es esto entonces lo que queremos? Obviamente, no. ¿Es ésta la forma de hacer las cosas? Evidentemente, sí. Ocurre en todas las organizaciones y por extensión en todas las sociedades. Hay elementos destructivos y constructivos; que consumen energía y que la generan; que estorban y que apoyan. Los segundos están hoy en el Gobierno de España y en estratos distintos de una nación que está ilusionada y esperanzada por echar a correr lo antes posible después de haberse levantado tras abandonar con formidables y sudorosos esfuerzos el estado de postración en el que nos sumió el PSOE. Los primeros han sido derrotados en sus sombrías profecías. Y lo que resulta más desalentador: ni admiten sus errores ni están presentando ánimo de enmienda. Pero es igual.

No hay victoria sin luchar, y España saldrá de la crisis gracias al coraje de millones de compatriotas. Y eso significa que prevaleceremos a pesar de estos perdedores. De los que pasarán a la Historia por ser los que no se atrevieron, los que se dieron por vencidos: unas cuantas brigadas de hombres desorientados y equivocados.