El desafío independentista
Alcaldesa de la demolición
Cónan, el bárbaro» creo que primero fue cómic pasado después a la pantalla grande. El personaje encarnaba a un vengador tribal cargado de razones tras el asesinato de su madre y su conversión en esclavo infantil. Pese a su gusto por la destrucción sus matanzas generalizadas suscitaban alguna simpatía al representar el triunfo de los buenos aunque resultaran excesivos sobre la doble crueldad de los tiranos. Con otros arreos la alcaldesa de Barcelona no se merece la calificación de pescadera con la que infamemente la han tildado, pero sí la de bárbara demoledora de la Barcelona universal, cervantina escuela de todas las cortesías, avance europeísta sobre la península. Ada Colau es una activista social que pretendía acabar con los desahucios escrachando a lo peronista a ministros, ex altos cargos de la derecha que nada tenían con la jurisdicción de lanzamientos. Utilizó el sentimentalismo de las familias en la calle para hacerse un nombre que la llevaría a regir Barcelona sin haber librado del trance a nadie. Habrá que creer en su buena voluntad pero es constatable que goza con el reduccionismo de su ciudad y debe creer que la riqueza pública también es detestable. Siendo su puerto base el crucerismo mediterráneo no le gustan los turistas que gastan su dinero y duermen en el barco. Los pisos turísticos los tiene en peligro de extinción. Las grandes ferias merecen de ella un pequeño desprecio como si aspirara a una Arcadia paleta y aldeana. La última es la suspensión de la Barcelona World Trade, que la ha dejado impávida porque no la quería, ya que no acaba de casar el populismo con las regatas, cosa de capitalistas improductivos y ociosos. Lo de Colau es mercadotecnia de la demolición de los negocios y la lucha de clases entre el pequeño comercio y los tour operadores. Nada es más miedoso que un millón de dólares o un turista en trance de verse con los dulces chicos pacifistas de los neumáticos prendidos. Colau ha logrado que Barcelona presente la cara hosca que nunca tuvo. Si le queda algún crédito quiere repetir, porque demoler Barcelona es tarea de romanos.
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