Política

Medios digitales

Alerta "fake news": Las noticias falsas condicionan la campaña electoral

Los expertos advierten de que es imposible «valorar» sus efectos en unas elecciones tan abiertas y que son un objetivo «tentador» para los ciberdelincuentes.

Alerta "fake news": Las noticias falsas condicionan la campaña electoral
Alerta "fake news": Las noticias falsas condicionan la campaña electorallarazon

Los expertos advierten de que es imposible «valorar» sus efectos en unas elecciones tan abiertas y que son un objetivo «tentador» para los ciberdelincuentes.

Las campañas están cambiando a ritmo vertiginoso por detrás del desarrollo de las redes sociales y de las nuevas formas de comunicación. No hace tanto que en las «cocinas» electorales de los partidos sostenían que las campañas no servían prácticamente para nada; ahora, sin embargo, se impone la tesis de que la última semana es decisiva «en todos los sentidos». Las encuestas dicen hoy lo que dicen, pero hay cierto consenso demoscópico que apunta en la dirección de presuponer que según se acerque la fecha electoral se reforzará la tendencia que aúne voto útil sobre el PSOE y también sobre el PP. Que en el caso de la izquierda, Podemos podría quedarse en niveles de Izquierda Unida de 1996. Y en el centroderecha, el voto útil reforzará al PP en perjuicio de las expectativas del partido de Santiago Abascal.

Son sólo previsiones, y si la mayoría se inclinará del lado de un bloque o del otro está totalmente en el aire. Con la incertidumbre añadida, según apuntan los expertos, del peso que en esta campaña tan abierta pueden tener las «fakes news» y la utilización de las redes sociales como Twitter, Whatsapp, Instagram, Telegram o Facebook para difundirlas.

En las redes sociales se mueve como pez en el agua Vox. Es el canal para difundir de manera más directa sus mensajes, sin preguntas incómodas y sin la presión de ofrecer un proyecto trabajado para España en más aspectos que el de los eslóganes sobre los que este nuevo partido se ha erigido en referencia para el electorado más conservador del PP y más defraudado con el perfil poco político de Mariano Rajoy.

Es el mismo caso de Podemos, aunque, en general, la izquierda tiene «más controlado» este campo de juego que la derecha. En el PP intentan mejora con su equipo de redes, pero el «Ejército» de Vox se mueve, según denuncia el PP, con «la ventaja de los bots, usuarios falsos, y muchas otras trampas». «Basta con meterte en su página de Instagram y repasar todos los seguidores con nombres chinos que aparecen». La verdad es que cualquier comentario crítico con los líderes de Vox o con el partido provoca una reacción furibunda en las redes sociales, inmediata, sin margen para el debate y que en muchas ocasiones apunta al ataque personal para intentar cortocircuitar con la presión del miedo las opiniones desfavorables.

Todos las fuerzas políticas, sin excepción, están intentando sacar partido de las redes sociales. De la posibilidad de realizar campañas sectoriales, seleccionando al destinario y sin que coincidan los mensajes que se dirigen a cada uno de los grupos de votantes. Los expertos advierten de que los ciudadanos hasta ahora no han sido instruidos en el peligro que suponen estas campañas; y que el hecho de reenviar una nota que ha llegado a una cuenta, sin más criterio que le parece bien o que responde a los pensamientos políticos del receptor, lo único que logra es engrandecer la campaña de desinformación detrás de la que, no se puede olvidar, puede haber alguien que está recibiendo importantes cantidades de dinero.

«Terreno sin explorar»

A su juicio, en este proceso electoral la «perversión de la desinformación» puede tener especial incidencia, con unas consecuencias difíciles de predecir. A todo esto hay que sumar la estrategia, legítima por otra parte, de aquellas fuerzas políticas que concentran gran parte de su campaña en la difusión de sus programas y consignas a través de las redes sociales. Ahora bien, puede dase también la circunstancia de que campañas que se organicen contra una determinada fuerza política a través de esta vía de comunicación, al estar mal conformadas y ser demasiado hostiles produzcan el efecto contrario al que persiguen y terminen por beneficiar a quien se quiere perjudicar. «Es un terreno que está sin explorar».

Los ciudadanos no están todavía educados en el peligro de la manipulación «cibernética», pero el Gobierno dice que el Estado sí está preparado para afrontar los ciberataques que pretendan incidir en las infraestructuras y en el proceso electoral. España se rige en la actualidad por la Estrategia de Ciberseguridad Nacional, aprobada en 2013, y actualmente en proceso de revisión. En opinión de los expertos consultados, cualquier organización puede ser víctima de un ciberataque y en este momento no existen estructuras que puedan vivir ajenas a esta amenaza. «En definitiva, vivimos en un estado de permanente incertidumbre», subrayan.

Amenazas híbridas

En el caso de un proceso electoral, no se puede descartar que se produzcan las llamadas «amenazas híbridas», que simultanean ataques convencionales con otros no tradicionales. Es donde se produce el mayor riesgo al poder ser utilizadas en procesos de desinformación e intoxicación. Los que las ponen en marcha van desde «potencias» enemigas a particulares, que actúan por lucro. Su finalidad es, en cualquier caso, la polarización y el enfrentamiento de parte de la sociedad. Otra amenaza proviene de lo que se ha dado en llamar la «posverdad», distribuir informaciones que dan pie a procesos de engaño, decepción o manipulación.

El filtro depende de cada ciudadano, porque está comprobado que una vez que se activa la «campaña fake», cualquier intento de la víctima por hacer valer la verdad está condenado al fracaso porque el ruido tapará las explicaciones. Un ejemplo es lo que pasó está semana pasada con la información sobre el protocolo de atención a mujeres en situación de riesgo en el caso de que quieran ceder sus hijos en adopción. El PP cometió el error de comunicarlo mal de partida, y luego fue prácticamente imposible rectificar la imagen que llegó a la opinión pública de su propuesta.

Por último, hay que tener presente que un larguísimo e incierto proceso electoral, como el que va a tener lugar en España durante las próximas semanas, es un objetivo «tentador» para quienes utilizan el ciberespacio con fines ilícitos de distinto tipo, como el cibercrimen económico; el ciberterrorismo; el hacktivismo; el ciberespionaje o, incluso, la «ciberguerra». Desde el mismo momento es que se hizo oficial la convocatoria de los comicios generales del próximo 28 de abril, el Ministerio del Interior reforzó las alertas que tradicionalmente mantiene a través del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC) y la Oficina de Coordinación Cibernética (OCC), ambos encuadrados en la Secretaría de Estado de Seguridad.

El Gobierno anunció a bombo y platillo su plan especial contra los ciberataques, pero esto no interviene en el problema de la «desinformación» electoral, que siempre ha existido en campaña, aunque ahora los partidos tienen más medios y mecanismos para utilizarla contra el adversario. El plan del Gobierno no protege «contra la propaganda de los viernes sociales», se quejan, por ejemplo, tanto en el PP como en Ciudadanos, ni tampoco de campañas dirigidas por un partido «en contra de su objetivo número uno como rival político» y cuyos efectos son imposibles de predecir en un contexto tan excepcional como el actual, con tantos agentes y sin modelo patrón para tomar como referencia. Éste es otro factor que hace que las encuestas valgan menos que nunca. Ni hay modelo a comparar para hacer una extrapolación del posible reparto de escaños según la Ley D´Hondt con tantos «jugadores» ni tampoco es posible anticipar los efectos de las campañas en las redes sociales.