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Casado extenderá la renovación radical a las listas del 26-M

Génova calcula que recuperará el gobierno de los ayuntamientos de Madrid y Valencia

El líder del Partido Popular, Pablo Casado, participó ayer en un acto de precampaña en Córdoba junto al torero Miguel Abellán / Efe
El líder del Partido Popular, Pablo Casado, participó ayer en un acto de precampaña en Córdoba junto al torero Miguel Abellán / Efelarazon

Génova calcula que recuperará el gobierno de los ayuntamientos de Madrid y Valencia.

La dirección popular ha decidido jugar igual de fuerte en la renovación de las listas autonómicas y municipales que en las candidaturas de las generales y europeas. Cerrado ya el primer asalto al poder orgánico del partido heredado del «marianismo», ahora está ya en marcha el segundo, que será difícil y tenso, como ha ocurrido con el primero. Pero «no hay marcha atrás» en la política de abrir espacios dentro del PP para que entren en juego dirigentes más cercanos a la generación del líder, Pablo Casado. En las incorporaciones de la lista por Madrid a las generales que encabeza Casado o en fichajes como el de Cayetana Álvarez de Toledo como «número uno» por Barcelona se ha visto la mano del ex presidente José María Aznar, pero en el entorno de Casado precisan que ha pesado, sobre todo, que son perfiles cercanos al candidato a La Moncloa, con los que comparte formación o proximidad ideológica, y «con los que ha trabajado», ya que él se ha «criado», precisamente, en el círculo de Aznar y de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre.

En Génova se protegen las espaldas con el argumento de que el éxito o el fracaso de las elecciones generales no se mide en que «Pablo llegue o no a La Moncloa», aunque éste sea el gran objetivo. Ya anticipan que un «muy buen resultado» es gobernar, pero que también considerarán un «buen resultado» aguantar en escaños en un marco político que es un «campo minado» tanto por la fragmentación del electorado como por «la debilidad» del partido recibido de la etapa anterior, y «todo viene heredado», subrayan.

Desde el núcleo de poder en Génova van trabajando ya el camino para hacer prender el mensaje de que Casado no es el responsable ni de las «debilidades» del PP ni de la división del voto del centro derecha, y que, por lo tanto, su proyecto tiene fecha a más largo plazo que el de la inmediatez de este proceso electoral que concluirá con los comicios de mayo. Si a nivel general confían, o así lo sostienen, en moverse alrededor de los 100 escaños y resistir el doble envite de Vox y Ciudadanos (Cs), a costa quizás de perder otra treintena de diputados, a nivel territorial sus datos demoscópicos consolidan la expectativa de que recuperarán, «seguro», el Ayuntamiento de Madrid, y también ven muy posible volver a gobernar en el de Valencia.

Dos símbolos de la fortaleza territorial de los populares que cayeron en los comicios de 2015, en los dos casos por el desgaste del ejercicio del poder en mayorías absolutas que iban acumulándose y por los casos de corrupción que marcaron la agenda política y judicial en los últimos años. Al alcance dicen ver también la Comunidad de Madrid, aunque no parecen tan seguros pese a que se ha dado por hecho que la batalla municipal era más complicada para el PP que la de la comunidad por la competencia de la candidatura de Begoña Villacís, que se presenta por Ciudadanos.

La fragmentación del voto en el centro derecha dificulta el objetivo de ser el partido más votado en las municipales, pero además el PP se enfrenta a nivel autonómico al problema de que cuaje como alternativa la alianza entre el PSOE y Ciudadanos en comunidades como Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia, está ultima uno de los feudos ligados tradicionalmente al poder territorial del PP.

Hay batalla, pero están en el aire los gobiernos autonómicos de Aragón y de Asturias, un panorama en el que la incógnita de los pactos postelectorales, y la posibilidad de que Ciudadanos busque compensar su acuerdo con el PP en Andalucía con entendimientos con los socialistas a nivel autonómico, dejan poco margen para dar por seguro que el PP tiene a su alcance recuperar las «plazas» que perdieron hace cuatro años.

En cualquier caso, esta segunda vuelta electoral estará absolutamente condicionada por lo que pase el 28 de abril en las urnas y por los pactos que puedan intuirse de la conformación de la Mesa y la Presidencia de las Cortes Generales. La misma ventaja que ha buscado Pedro Sánchez al unir tanto en el calendario el proceso electoral nacional y el territorial juega también para Casado. Los barones se quedan sin margen de reacción salgan como salgan los comicios de abril y no les quedará más remedio que «seguir remando todos juntos» para afrontar las autonómicas y municipales. El riesgo de motín está anulado, y a medio plazo tanto Sánchez como Casado se han asegurado también grupos parlamentarios y estructuras regionales dispuestas a cerrar vías de agua que puedan dejar desprotegidos a los lideres nacionales.