Ana Pastor
Debate de La Sexta | Bronca y mucho debate entre las candidatas
En un formato más ágil, Pastor y la ministra Montero se echaron en cara medidas del pasado, faltó sintonía entre Podemmos y PSOE. Monasterio lanzó sus mensajes sin cortapisas y Arrimadas apeló a la remontada.
En un formato más ágil, Pastor y la ministra Montero se echaron en cara medidas del pasado, faltó sintonía entre Podemmos y PSOE. Monasterio lanzó sus mensajes sin cortapisas y Arrimadas apeló a la remontada.
Las representantes de las cinco principales formaciones debatieron anoche en el plató de La Sexta un día antes del cierre de la campaña electoral. Con la periodista Ana Pastor como anfitriona, María Jesús Montero (PSOE), Ana Pastor (PP), Inés Arrimadas (Ciudadanos), Irene Montero (Unidas Podemos) y Rocío Monasterio (Vox) protagonizaron una cita que se fue animando con encontronazos y muchas interrupciones y en un formato más ágil que el del lunes la Academia de Televisión.
Al igual que Santiago Abascal, Rocío Monasterio pudo lanzar sus mensajes sin demasiadas cortapisas de sus oponentes, entre los que destacó la falta de sintonía entre PSOE y Unidas Podemos y la mayor cercanía –con altibajos– en el triplete PP, Cs y Vox. Como cuando Monasterio agradeció que sus socios se sumaran ayer a su propuesta en la Asamblea de Madrid de ilegalizar los partidos separatistas.
La presidenta de Vox en Madrid hizo bandera del «único partido que pide la cadena perpetua para los violadores». Y llamativa fue su propuesta para los altos precios del alquiler: «Que los políticos dejen de intervenir en el mercado».
La alusión al gran temor, unas terceras elecciones, lo atajó Arrimadas: «Sería una vergüenza». No se aclaró cómo llegar al desbloqueo, pero sí las aspiraciones de cada partido a las puertas del 10-N. Los naranjas salen «a ganar pero si no dan los números, lo que queremos es un Gobierno con el Partido Popular». El PSOE lo que pretende es un Ejecutivo «en solitario», apuntó María Jesús Montero, mientras que Unidas Podemos abogó por un «acuerdo para mejorar la vida de la gente» desde una «coalición» y, para lograrlo, «negociar sin vetos ni exclusiones». Vox desechó que busquen «sillones» y sí «dar voz» con la «prioridad de que se hagan nuestras políticas» con «un acuerdo de ideas», al tiempo que Ana Pastor erigía al PP en «alternativa real» para formar gobierno.
En el bloque de empleo, la ministra de Hacienda del PSOE sacó pecho y Arrimadas lamentó una «precariedad» a erradicar con la regulación del mercado laboral.
Irene Montero retomó el mantra podemita de la subida del salario mínimo, como luego lo haría con el impuesto a la banca, medida que dijo apoyar María Jesús Montero. Monasterio instó a incentivar la contratación e hizo un guiño para «no ahogar» a las pymes.
Ana Pastor defendió un clásico en la historia del PP: crear empleo allí donde lo destruyó el PSOE. Se enzarzó María Jesús Montero con la popular por los datos económicos y se llevó otro zasca –«ustedes dejaron el país en la ruina»– en un duelo repetido por las pensiones.
Monasterio encontró enseguida la oposición de Irene Montero por el mismo asunto y acusó a Vox de querer privatizar las prestaciones. María Jesús Montero intentó sacar rédito por los menores no acompañados y echó en cara a Vox sus postulados «xenófobos».
Rocío Monasterio se vengó con una sentencia: «El modelo económico de la izquierda es el de la miseria, el de Venezuela». Y buscó apuntarse un tanto con Cataluña para que «no adoctrinen a nuestros niños y no les señalen en el patio por hablar español».
La corrupción volvió a escena. «Los delitos son de las personas», se defendió Pastor. El cierre dejó la sensación de un debate dinámico y menos encorsetado que el de los protagonistas masculinos.
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