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Opinión

El desastre de los ministros candidatos

Pedro Sánchez y María Jesús Montero en el Congreso Alberto R. RoldánLa Razón

Ha transcurrido media legislatura desde las últimas elecciones autonómicas y la situación del PSOE en los territorios es peor aún que en 2023. La brecha con el PP en Andalucía es mayor y decisiones del Gobierno central, como la del ministro Puente de acabar con las ayudas al transporte a los menores de catorce años, no solo deterioran aún más la marca, sino que dan terreno de juego a Juan Manuel Moreno.

Poco se espera de la histriónica vicepresidenta María Jesús Montero, en un papel bipolar en el que no se sabe bien cuándo actúa como ministra o cuándo como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía.

Situación parecida tiene en Madrid Óscar López, cuyo papel institucional se desdibuja por la necesidad de hacer oposición a Díaz Ayuso. En el PSOE madrileño no hace falta un ministro como candidato, sino alguien que se parezca más al presidente manchego.

Pilar Alegría, que iba a ser la esperanza socialista en Aragón, está achicharrada políticamente, de manera que surgen dudas sobre si llegará a ser cartel electoral dentro de dos años. Por si fuera poco, a Diana Morant en Valencia se le ha escapado entre los dedos la oportunidad de colocar al PSPV en la pole de la carrera electoral. Ya son muchos en la controvertida federación valenciana que empiezan a moverse para promover cambios.

Las cacicadas de Pedro Sánchez en todas las regiones solo tenían como objetivo controlar los intestinos del PSOE hasta en el último rincón del territorio nacional. Lo único que puede exhibir es a Salvador Illa y de manera testimonial, porque quien realmente lleva las riendas de las negociaciones que le corresponden a la Generalitat es Puigdemont desde su refugio en Waterloo.

Deberían reflexionar los militantes socialistas sobre el porqué el PSOE perdió las últimas elecciones generales y el único presidente autonómico que no peligra es García-Page. Las decisiones egoístas de Sánchez para mantener su poder, aunque sea a costa de arrodillar las instituciones del Estado a quienes quieren destruirlo, también tienen como consecuencia empujar al centenario PSOE hacia la debilidad extrema.

Los ayuntamientos tampoco se librarán de la catástrofe por mucho esfuerzo que hagan los liderazgos locales. El modelo de pactos por bloques se ha llevado en vertical a todas las instituciones y la caída de Sumar, junto al enfrentamiento con Podemos, solo dejará a un PSOE desnudo de liderazgos y de ideas.