PSOE
Díaz teme que Sánchez intente pactar con los independentistas
En el PSOE andaluz creen que puede convocar otra consulta para burlar el veto del Comité Federal
Las relaciones entre las cúpulas federal y andaluza del PSOE están tan deterioradas que nadie se molesta siquiera en fingir la más elemental norma de cortesía. Es cierto que Susana Díaz y Pedro Sánchez hablaron por teléfono en las vísperas del último comité federal, pero la conversación no pasó del estadio de la estricta formalidad. Por eso, ninguna fuente socialista andaluza sus sustraía ayer de negar su «molestia» al enterarse por la prensa de que el secretario general se había visto en secreto con Oriol Junqueras. «Puede reunirse con quien quiera, pero no pactar con ningún partido que cuestione la unidad de la soberanía nacional».
Sánchez no informa a los críticos de su agenda y encuentra cierto placer en comprobar el malestar que causan sus movimientos. De hecho, algún socialista andaluz opina que «no es casualidad» que «se filtre en vísperas de la reunión a tres con Rivera e Iglesias una conversación con el partido que más se ha distinguido en su hostilidad hacia C’s». Ha visto que le es complicado gobernar con uno de los posibles socios y ahora lo está descartando «por la fuerza de los hechos para intentarlo con el otro».
Desde el 30 de diciembre, es notoria la línea roja trazada por el comité federal: no habrá coalición de gobierno con fuerzas separatistas, entre las que por supuesto se cuenta la Esquerra de Junqueras. Por eso, Sánchez se ha guardado bien de admitir que en ese encuentro, oculto incluso para el presidente catalán, Carles Puigdemont, se habló de la posición de los nueve diputados de ERC ante un hipotético «pacto a la valenciana». Su abstención y la de DyL serían indispensables. La pregunta es qué haría Díaz en caso de que la gente de Ada Colau y el PSC ablandasen las reticencias del nacionalismo catalán.
La respuesta del entorno de la presidenta de la Junta no es de ayer pero continúa vigente. «No supondría problema que ERC y DyL te permitieran gobernar. El problema es qué van a pedirte a cambio». Entre los socialistas andaluces, cunde la certeza de que «nunca» se van a apear del borrico soberanista y, por consiguiente, jamás se ajustará su apoyo a las condiciones marcadas por el comité federal. Sin embargo, esta cuadratura del círculo es la que intentan lograr Miquel Iceta, barón socialista catalán y pedrista principal del reino, y Xavier Domènech, portavoz parlamentario de En Comù Podem. Ambos negocian desde hace semanas con la dirigencia independentista la forma de llegar a un punto en el que parezca que ninguno ha cedido.
A esa carta, que no es precisamente un triunfo, se está jugando la investidura un Sánchez que en público se ve obligado a reiterar su negativa al referéndum. Los socialistas andaluces dudan de su sinceridad en este punto, pero insisten en que «lo contrario sería omitir la resolución del comité federal». Existe un temor larvado a que vuelva a recurrir a la añagaza de la consulta a la militancia, pero nadie se atreve a expresarlo porque seríala ruptura del PSOE. «Llegado ese caso, que ojalá no llegue, Díaz tendría que pedir el voto en contra», opina un socialista de base.
La fuerza de Sánchez en este pulso, se asegura en Andalucía, radica en que está dispuesto «a cualquier cosa», incluida una fractura del partido que ni Díaz ni los dirigentes regionales con responsabilidades están dispuestos a permitir. La única fórmula que puede llevar a un socialista a La Moncloa es la del «161 + 17», ésa que espanta a un sector del PSOE que en calidad es importante pero que en la cantidad, entre los cerca de 200.000 militantes con derecho a voto en una consulta, puede quedar diluido. El miedo se palpa.
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