Ceuta
El CETI de Melilla, una auténtica Torre de Babel
Cuando tras varios meses malviviendo en los bosques marroquíes, los inmigrantes acceden a Ceuta y Melilla, el Centro de Estancia Temporal (CETI) es lo más parecido a un hogar, unas instalaciones que acogen a personas de muy diversas nacionalidades, costumbres y lenguas.
Esta circunstancia convierte a estos centros en una especie de nueva Torre de Babel, donde el cielo a alcanzar es el sueño europeo.
En España, solamente existen dos CETI, precisamente en las dos ciudades autónomas, que fueron inaugurados en el año 1999, una vez que el fenómeno migratorio comenzó a ser notable en ambas.
El CETI de Melilla fue inicialmente concebido para albergar a unas 350 personas, una cifra que se incrementó hasta las 480, la capacidad idónea de unas instalaciones que, tras las últimas entradas, acoge a más de 1.000 inmigrantes.
Los 'inquilinos' del CETI melillense proceden de 38 países diferentes, aunque los grupos más numerosos son naturales de Mali, Guinea Conakry y Siria, según datos de la Delegación del Gobierno.
En sus dependencias conviven familias, que cuentan con menores entre sus miembros, con inmigrantes que no tienen ningún vínculo sanguíneo con otro.
Las mujeres y los niños tienen su espacio aparte, mientras que los hombres se dividen en habitaciones de ocho plazas cada una, donde duermen en literas de dos, y en las que cuentan con armarios y taquillas para guardar sus pertenencias.
Las habitaciones, según han explicado a Efe fuentes del propio centro, se distribuyen "como les toca", sin tener en cuenta las nacionalidades o religiones, ya que lo que se busca es que todos "aprendan a convivir juntos", respetando las diferencias y siendo tolerantes.
Tienen garantizadas la cobertura de sus necesidades básicas, con tres comidas diarias -desayuno, almuerzo y cena-, también merienda para mujeres y niños, y asistencia sanitaria.
Para la elaboración de la comida, se siguen una serie de normas, como por ejemplo que ninguno de los platos que se sirvan lleven carne de cerdo, debido a que muchos de los acogidos son de confesión musulmana.
La carne que se consume es "halal", esto es, ha sido sacrificada de acuerdo al ritual islámico.
También, cuando entre los acogidos hay personas de origen asiático, se tiene en cuenta que uno de los dos platos que se sirven tengan una base vegetariana.
Los inmigrantes reciben cursos de formación y aprendizaje de cultura general, especialmente un cursillo intensivo de español de dos meses, en el que se les enseña a entender y a desenvolverse.
Además, participan en talleres de diverso tipo que imparten diversas ONG, que incluyen visitas por Melilla para que la puedan conocer mejor, y cuentan con actividades deportivas.
Por su parte, la totalidad de los niños residentes están escolarizados en centros de enseñanza de la red pública, salvo los que no tienen cumplida la edad escolar, que cuentan con una especie de guardería en las mismas instalaciones, para que sus madres puedan también recibir sus clases.
A diferencia de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), los acogidos en el CETI cuentan con libertad para entrar y salir del centro, gracias a una tarjeta identificativa, que es casi su llave de entrada, eso sí, siempre dentro de unos horarios.
Muchos dedican sus horas "libres"a buscarse un dinero extra, para lo que limpian o guardan coches, fundamentalmente en la zona centro de la ciudad o en las inmediaciones de los supermercados.
Los inmigrantes suelen estrechar lazos entre ellos, fruto de la experiencia común que comparten, pero, como en cualquier familia, más cuando ésta cuenta con muchos miembros, también viven conflictos, los habituales en cualquier convivencia.
Y es que son muchas las horas que se comparten durante los muchos meses que pueden tardar en salir de Melilla.
Lo saben las aproximadamente cien personas que trabajan en el CETI, que desempeñan una difícil tarea, no exenta de tensiones.
No existe un tiempo medio para salir de la ciudad, sino que es algo que depende de la situación de cada uno, una circunstancia que tiene en cuenta desde la nacionalidad, el núcleo familiar, además de otras cuestiones.
Al salir del CETI de Melilla para ir a la península, existen dos posibilidades: ir destinado a un centro gestionado por una ONG que se responsabiliza de ellos o a un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), el teórico paso previo a la repatriación que no siempre se cumple porque, superado el plazo máximo de 60 días, los inmigrantes quedan libres, eso sí, en situación irregular.
La idea de la Delegación del Gobierno es que el CETI haga honor a su nombre y sea realmente un centro de estancia temporal, y no prolongada, como ha ocurrido en alguna ocasión, en el que algunas personas, por la situación de limbo jurídico que han vivido, han permanecido en sus instalaciones más de cuatro años.
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