Crisis en el PSOE
El fallido pucherazo de Sánchez con unas urnas sin control provocó su caída
La ruptura de los «pedristas» ante la «chapuza» de la votación urdida por su número dos fue el detonante: ahí Sánchez supo su derrota
La ruptura de los «pedristas» ante la «chapuza» de la votación urdida por su número dos fue el detonante: ahí Sánchez supo su derrota.
La estrategia estaba clara. Los números no salían y sólo cabía hacer fracasar el Comité Federal. «Es la bronca típica de los minoritarios en una asamblea de agrupación. Provocar el caos para impedir que la mayoría consiga imponerse», apunta un conocedor de los entresijos socialistas. Durante el día, el sector de Sánchez utilizó argucias para impedir el desarrollo normal de la mano de César Luena y de un peón fundamental, Rodolfo Ares, miembro de la Mesa del Comité. Su único objetivo era que el Comité Federal fracasara y Pedro Sánchez siguiera en la Secretaría General. Para ello, era necesario que se impidiera cualquier tipo de votación.
«Este tipo de chapuzas se hacen en las Juventudes Socialistas», apunta un miembro del Comité haciendo una foto de lo sucedido el sábado en la calle Ferraz. Para muchos presentes en la reunión, el Comité Federal se había transmutado en una verdulería plena de recesos que alimentaban la crispación. Todo el empeño de los partidarios de Sánchez se centraba en evitar una votación que clarificara posturas. Rodolfo Ares, cercano a Patxi López, se encargó del cometido negando el pan y la sal a la presidenta, Verónica Pérez. Su argumento, que las decisiones de la mesa debían ser colegiadas, «un argumento falso porque la mesa no es colegiada, la presidenta tiene autoridad», rebate un asistente a la reunión. Su principal misión era entorpecerlo todo. Y casi lo consigue. De entrada, evitó que se votara el orden del día. Algo así como la piedra filosofal para un desarrollo democrático del Comité.
Así pasaron horas y horas sin ningún avance, hasta que tras un receso, los «pedristas» intentan consumar su golpe de mano forzando una votación en urna sobre la celebración del congreso extraordinario y, evidentemente, las primarias. Tras el receso, Sánchez va detrás de un biombo y vota. Fue el primero en hacerlo. Tras él empiezan a desfilar sus partidarios. Viendo quién se levantaba, muchos delegados pensaron que «los partidarios de Pedro tiran la toalla, se van del Comité», comenta uno de los asistentes. Tardaron unos minutos en darse cuenta de su error. Eva Matarín, la madrileña dimitida de la ejecutiva de Sánchez, lo da a conocer a través de un tuit. Utiliza dos palabras que a la postre fueron claves: fraude y pucherazo. La imagen del pucherazo era una urna camuflada tras un biombo, fuera de foco para que nadie garantizase las mínimas garantías democráticas. Una votación a la fuerza. Un miembro del Comité Federal que abandonó la reunión «asqueado», según sus palabras, lo cataloga de «golpe de mano sin atender las mínimas normas democráticas». Las fotos publicadas en esta página son un ejemplo de la sordidez de la artimaña fabricada por el «comando Luena», al que señalan como culpable todas las fuentes consultadas.
Aquí empezó todo. Empezó el final de Pedro Sánchez. Ante el escándalo, tres personas tomaron la palabra, además de Susana Díaz. Hasta ese momento, defendían los planteamientos de Sánchez en favor de congreso y de primarias pero que se «sentían engañados, vieron que habían caído en las redes de un relato falso que ensalzaba la democracia, a los militantes, y que era una patraña. No quisieron ser cómplices de una chapuza», apunta un asistente al Comité. José Antonio Pérez Tapias, líder de Izquierda Socialista, José Borrell, miembro del gobierno en la sombra de Pedro Sánchez y Antonio Hernando tomaron la palabra. Pérez Tapias abandonó el Comité despotricando de las maneras. Borrell intervino en el plenario y fue demoledor «esto no es un proceso legítimo». La puntilla la dio Antonio Hernando. Su mano derecha y portavoz del Grupo Parlamentario, pidió «voto por llamamiento» a los miembros del Comité Federal. Hernando, fiel a Sánchez hasta el final, puso sensatez y reivindicó la democracia como médula espinal del PSOE. Tras estas palabras, Sánchez se derrumbó. Intentó pactar con Díaz una votación para elegir una gestora y fijar las fechas del Congreso. Se sabía perdido. Parte de los suyos lo abandonaron porque no se reconocían en «las chapuzas de Luena. El verdugo de Sánchez es el propio César Luena», afirma un miembro del Comité. La ruptura del bloque de Sánchez fue el detonante. Perdió en ese momento, aunque la votación final no se había hecho. Los abandonos se sucedían. La diputada madrileña Ángeles Álvarez estampó su firma a favor de la moción de censura y el eurodiputado Juan Fernando López Aguilar votó a favor de nombrar una Comisión Gestora. Otros miembros del Comité Federal, en su gran mayoría cercanos a Sánchez, abandonan Ferraz. No querían ser peones de una «fantochada».
✕
Accede a tu cuenta para comentar