Política

José Manuel García-Margallo

«El Gobierno hace lo que debe sin contar con el coste electoral»

«España reconoce al Consejo Nacional Sirio como interlocutor legítimo». «Para recuperar la confianza exterior tenemos que confiar en nosotros mismos»

«El Gobierno hace lo que debe sin contar con el coste electoral»
«El Gobierno hace lo que debe sin contar con el coste electoral»larazon

MADRID- El ministro de Asuntos Exteriores comenzó su discurso recogiendo el guante lanzado por Alfonso Ussía sobre la postura de España a favor de la Autoridad Palestina en la votación que tendrá lugar hoy en la Asamblea General de la ONU. El primer saludo de José Manuel García-Margallo fue hacia el embajador de Israel, Alon Bar, presente en la sala.

Y fue precisamente respecto a Oriente Medio sobre lo que el jefe de la Diplomacia española dio la noticia de la tarde. Tras explicar que «Siria lleva muchos, demasiados meses desangrándose», Margallo constató que «todos estamos de acuerdo en que Bachar al Asad, aunque sólo sea por razones humanitarias, debe dejar el poder». En ese sentido, el ministro calificó de «buena noticia» la incorporación al Consejo Nacional Sirio de «14 consejos locales y hombres de negocios que permiten confiar en que esa oposición unida será suficiente, inclusiva y alejada del sectarismo inicial que nos permita ayudarlos». Por ello, anunció que «España ha reconocido hoy a esa coalición de fuerzas como interlocutor legítimo del pueblo sirio. La UE probablemente mañana decidirá prorrogar el embargo a Siria, salvo el de armas, que caducará en tres meses». Margallo añadió que en «tres meses» será el momento de decidir «si la UE quiere ayudar con armas a una oposición que es la única esperanza para acabar con el conflicto porque es obvio que el Consejo de Seguridad de la ONU, con el veto ruso, no es solución al problema».

No obstante, aunque el Mediterráneo es importante, Iberoamérica es el «deber y el honor de España», según Margallo. «Hace 15 o 20 años, Europa crecía mientras Iberoamérica se estancaba; la democracia era estable en Europa y había asonadas y populismo en Iberoamérica; hace unos años culminó el proceso del euro mientras Latinoamérica permanecía dividida». Pero todo eso ha cambiado y ahora la región crece, «y, lo que es peor, Iberoamérica, que durante esos años miraba a la UE y España, aunque sólo fuese para compensar la influencia de EE UU, tiene hoy la tentación de mirar al Pacífico». Por eso la advertencia: «O la UE y España hacen un esfuerzo para quedarse o simplemente seremos desplazados de un continente que tiene nuestra lengua, nuestra cultura y donde somos los segundos inversores».

Muy dado a las citas con enjundia, el jefe de la Diplomacia española parafraseó a Walter Lippman: «No hay necesidad mayor para los que viven en comunidad que la de sentirse gobernados. Autogobernados, si es posible, bien gobernados si tienen esa suerte, pero en cualquier caso, gobernados». Margallo aseguró que el Gobierno de Mariano Rajoy, con errores y aciertos, «gobierna, dirige, sabe lo que está haciendo y lo hace sin tener en cuenta el coste electoral de las medidas a tomar».

La intervención del ministro giró en torno al concepto del «cambio». El propósito principal del Gobierno, dijo, es «salir de la recesión, volver a crecer y volver a crear empleo». El Ministerio que lidera tiene una misión especial en esta suerte de «leit motiv» político: recobrar la confianza en España. Y pretende hacerlo potenciando la imagen de nuestro país en el exterior a través de la Marca España. Es uno de los puntales del Gobierno para «cambiar el modelo», tal y como también hizo Adolfo Suárez. «Decía Suárez que nos obligan a dar agua y a cambiar las cañerías al mismo tiempo. Nos obligan a dar luz y a cambiar la red eléctrica al mismo tiempo», recordó.

La estrategia económica debe ir dirigida a pasar de un modelo basado en el «endeudamiento, el ladrillo y la falta de competitividad» a otro muy distinto «volcado al exterior». La única forma de recuperar la confianza del exterior -según el ministro- es volver a tener «confianza en nosotros mismos».

Margallo consideró que los dos anclajes básicos sobre los que debe asentarse la política exterior son Europa, de un lado, y la relación transatlántica, de otro. «Si son sólidos, podremos discurrir mucho mejor por los tres ejes clásicos de la política exterior española: el Mediterráneo, Iberoamérica y el eje Asia-Pacífico», explicó. Sobre Europa, el ministro recordó que durante sus primeros pasos en política, a finales de la década de los 70, la primera labor del Gobierno, «una vez recuperada la libertad», fue el reencuentro con el resto del continente. El menosprecio de Europa como anclaje fundamental para no perder pie es lo que, a su juicio, se esconde detrás del batacazo electoral de Artur Mas. «Si algo explica el fracaso temporal del órdago soberanista en Cataluña ha sido ignorar el horizonte europeo, que fuera de España no había posibilidad para Cataluña de formar parte de la UE, traicionando no sólo la historia reciente de Cataluña sino su historia más profunda». «Problamente porque hemos sido capaces de explicar, y vamos a seguir explicando, que Cataluña es España y en tanto que parte de España parte de Europa, podremos seguir enfriando una enfermedad que ha remitido en lo peor, pero no está del todo curada», continuó.

Margallo tiene muy claro que «Europa será federal o no será». Hay que «sustituir lo que es hoy una confederación de estados soberanos por una auténtica unión federal, los Estados Unidos de Europa de los que habló Churchill en primer lugar».

Hablando de Europa, la crisis fue argumento fundamental de su intervención. «La UE y en concreto la zona euro están en una crisis radical», dijo sin ambages para pasar a describir los motivos y las posibles soluciones a la debacle financiera que asola a la eurozona en los últimos años.

«El problema de la zona euro no es un problema económico, es un problema político». Nuestras cifras son mejores que las de EE UU, pero, según dijo, «los inversores prefieren América a la zona euro simplemente porque desconfían de nuestra voluntad de seguir juntos». Según Margallo, «todo eso parte de un pecado original. Cuando se lanzó la moneda única se creyó que podíamos tener una divisa común sin un gobierno económico, estableciendo tres pilares: política monetaria centralizada en el BCE, Pacto de Estabilidad y coordinación de políticas económicas».

«Eso», constató el ministro, «no funcionó nunca. Ni antes, ni durante, ni funcionará después de la crisis». Como dijo, «no funcionó antes porque una política de interés única para países diferentes provocó el desplazamiento del ahorro de los países centrales hacia la periferia en busca de mayores rentabilidades». El Pacto de Estabilidad y Crecimiento sólo se aplicó «cuando los incumplidores eran países pequeños, pero cuando fueron Alemania y Francia se optó por decretar amnistía general». Y ahora, añadió, «lo incumplimos 11 de los 17 países de la zona euro. Margallo criticó también el trabajo del BCE porque «no está haciendo lo que de-be. Su intervención en los mercados es infinitamente más tímida que la de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra» y remachó que «en materia de Unión Monetaria hemos logrado hacer algo que no era conocido en la historia: que un país, Alemania, se financie a costes negativos, y otro país, Grecia, esté pagando una prima de 2.000 puntos». Margallo apostó por cambios radicales y se mostró convencido de que, aunque «las previsiones de algunos organismos internacionales no son las más favorables, los frutos (de las medidas adoptadas por el Gobierno) son visibles».