El desafío independentista
El independentismo arría la estelada
Los extremistas no logran impedir la llegada de más de un centenar de autobuses y su cacerolada es silenciada
Los extremistas no logran impedir la llegada de más de un centenar de autobuses y su cacerolada es silenciada.
El plan de los radicales para boicotear la multitudinaria marcha de ayer fracasó. Hasta horas antes de la manifestación de Barcelona, grupos de separatistas y especialmente de las juventudes de Arran, los cachorros de la Cup, difundían mensajes a través de las redes sociales y grupos de WhatsApp. «Por la república catalana, ¡No pasarán! A las 11:00 en la Plaza de Urquinaona. Las calles serán siempre nuestras. Evitemos que el PP y grupos de ultraderecha se apropien de este momento histórico para ensalzar la xenofobia y el odio a los catalanes». Éste era uno de los mensajes que durante la madrugada de ayer corría por los teléfonos. Sin embargo, fallaron. Los manifestantes a favor de la unidad de España, la democracia y la Constitución se reunieron en Urquinaona desde horas antes de que comenzara la manifestación desde este punto. La intención era evitar que grupos de radicales tomaran posiciones y lo consiguieron. Desde las nueve de la mañana, personas venidas de toda Cataluña ya se concentraban en esta emblemática plaza. Tampoco los extremistas consiguieron impedir los accesos de más de un centenar de autobuses venidos desde diferentes puntos de la Comunidad y de otras ciudades de España. Habían difundido mapas con puntos estratégicos para hacer piquetes y frenar a los autocares. Pero nadie les secundó. «La verdad que teníamos bastante miedo por lo que pudiera pasar. Teníamos constancia de que querían impedir que llegáramos a Barcelona, pero al final no ha ocurrido nada. La carretera estaba tranquila. Eso sí nos hemos pegado un buen madrugón para llegar antes. Tomamos todas las precauciones por si había algún problema», aseguraba José Ángel a este diario mientras viajaba con una treintena de vecinos desde Mataró al centro de la Ciudad Condal.
Tal era la desesperación que simpatizantes de las CUP comenzaban una nueva ofensiva en las redes sociales. Se resistían a aceptar que la mayoría silenciosa por fin había levantado la voz, así que propusieron que a las 12:00, hora en la que comenzaba la marcha convocada por Sociedad Civil Catalana y a la que se sumaron más de 25 entidades afines, se hiciera una gran «Cassolada Festiva Popular» para dar la «bienvenida a la república catalana». Una acción que ya se ha convertido en costumbre entre los separatistas y que realizan a diario. Pero en esta ocasión no se escuchó el ruido de ninguna cacerolada. Los cánticos de los miles de manifestantes impidieron que se impusieran las proclamas separatistas. Les silenciarion.
Este diario recorrió ayer los principales puntos de encuentro de los independentistas que durante semanas han calentado las calles impulsados por el propio Gobierno de la Generalitat. La Plaza de la Universidad, muy próxima a Plaza de Cataluña mostraba un aspecto completamente diferente a lo exhibido durante las semanas previas. Incluso el día anterior allí había reunidos numerosos jóvenes partidarios de la independencia. Éste ha sido el lugar de partida de aquellos que defendieron el referéndum. Pero ayer tan sólo una arrugada estelada colgaba medio escondida en una farola. Ni rastro de los carteles y propaganda que antes ocupaba bancos y fachadas. En otro de los lugares más polémicos, la Jefatura de Policía de Vía Laietana, los balcones ya no mostraban las banderas separatistas, tan sólo un par de ellos la conservaban aunque nadie se asomaba al balcón, que permanecía sellado. En el barrio de Gracia, uno de los refugios de la masa soberanista, las caras largas de varios vecinos demostraban su desacuerdo con la marcha constitucionalista. Este periódico preguntó a varios viandantes por su opinión sobre la manifestación de ayer, pero no obtuvo más que respuestas airadas o mutismo absoluto. Se aproximaba la hora de comer y aunque la marcha no había llegado a su fin, la gente comenzaba a dirigirse a sus casas. Cerca de la Plaza de Tetuán un grupo de jóvenes veinteañeros con la bandera de España a la espalda entona el himno de España cuando de repente un hombre, oculto tras los ventanales de su balcón, les grita. «Cabrones callaos, iros de Cataluña si España os gusta tanto». La gente que hay alrededor trata de localizar al vecino provocador, pero nadie lo identifica. Los jóvenes responden: «Para que luego digáis que somos la mayoría silenciosa» y desaparecen rumbo a la Monumental. Pese a que ayer fracasaron, los radicales separatistas ya preparan su siguiente asalto. Será el 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional. A través de mensajes de texto ya se están dando cita para una marcha a las diez de la mañana en Plaza de Cataluña. Una nueva protesta que llevará por título «Nada que celebrar. Cataluña no es España. Un genocidio no es un descubrimiento».
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